Tus emociones son hoy, no hay otro lugar donde puedas sentirlas. ¿Por qué seguir viviendo la culpa, la rabia o el miedo con pesar cuando los hechos que lo provocaron están en el pasado?
Hace años, Martina dejó a su prometido Arturo. No es que no le amara, es que creyó que no era el momento y se marchó. Han transcurrido 30 años y lo ha vuelto a ver, ambos siguen solteros y, aunque él no le guarda rencor, ella no puede más que sentir vergüenza, culpa y arrepentimiento por lo que le hizo.
Arturo la perdonó (eran tan jóvenes), continuó con su vida, terminó sus estudios, montó un negocio, tiene una vida como siempre la quiso. Martina estuvo buscando algo que le diera una completa satisfacción, viajó, tuvo buenos trabajos, y ahora sabe que nunca dejó de amar a Arturo.
Recientemente se han encontrado y sólo el destino dirá lo siguiente. No obstante, ella se nota afligida, incluso su lenguaje corporal es como de quien lleva una pesada carga. Le encantaría echar el tiempo atrás y haberse quedado con él.
El hubiera no existe
Todos sabemos que el hubiera no existe. Las decisiones que tomamos, las hacemos bajo ciertas circunstancias, con la mentalidad del momento, impulsados por razones que, en el aquí y el ahora, nos parecen suficientemente válidas. Ya sea que las hayamos pensado demasiado o sean producto de un arrebato.
No importa cuál haya sido la razón de Martina, sólo sabemos que tomó la decisión que consideró apropiada para ella en ese instante. Hoy Martina está bajo otras circunstancias, tiene una historia y podría aprovechar para disfrutar de la compañía de Arturo, cualquiera que sea la forma. Sin embargo, se amarga pensando en el daño que le hizo, aun cuando a él ya no le importe.
Cada vez que elegimos algo, renunciamos al resto de las opciones porque la vida así nos lo demanda. Pero ambiciosos como solemos ser, quisiéramos disfrutar de todas las alternativas y, algunas veces, nos lamentamos por haber errado en nuestra elección. Sí, viene el arrepentimiento, pero muy tardío.
Tus emociones son hoy
Y como el arrepentimiento, la culpa, el enojo, la nostalgia o la ilusión… nuestras emociones sólo pueden vivirse en el momento. Así que por mucho que Martina se arrepienta de haber dejado a Arturo, no va a poder regresar en el tiempo y tampoco está disfrutando el presente.
La culpa de dejarlo la está viviendo hoy, cuando sus pensamientos le reclaman quizá la vida que pudo tener con Arturo, la dicha que habría experimentado a su lado viéndolo crecer y triunfar en su negocio. Sintiéndose amada y acompañada por el hombre que aún ama. El arrepentimiento no es cosa del pasado (no lo vivió entonces).
Sentada ahí frente a mí, con esa postura de pesadumbre, no logrará nada. Sólo está sintiendo hoy, una emoción por un suceso del pasado. En el pasado, al tomar la decisión de irse, no sintió culpa. La culpa la siente hoy, el arrepentimiento lo siente ahora, lo mismo que el reclamo que se hace a sí misma.
¿No te parece ridículo que Martina se culpe de algo que pasó hace 30 años cuando puede disfrutar nuevamente de la compañía de Arturo y se dichosa?
¿Te das cuenta cómo algunas veces creemos que las emociones son por cosas del pasado o el futuro y en realidad tienen que ver con el presente? De ser así, podemos gestionarlas de mejor manera y neutralizar aquellas que nos incomodan o nos hacen sufrir.
Como sabiamente ha dicho el Buda “el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”. ¿Estamos optando por sufrir innecesariamente con emociones aquí y ahora, pero que tienen que ver con un pasado que no podemos cambiar?
Como en otras ocasiones lo he escrito aquí mismo, es importante aprender a gestionar lo que sentimos, ser asertivos y abrazar nuestro presente.