Cuando pensamos en propósitos o resoluciones para un año que comienza, también solemos pasar de la expectativa a la frustración: cómo lidiar con ello es la respuesta de este artículo.
Todo comienzo es bueno y motivante, nos llena de expectativas y propósitos, especialmente cuando se trata de un año nuevo. Las buenas intenciones se hacen evidentes y la convicción de que la vida cambiará con solo desearlo se hace una promesa.
Pero apenas llega febrero todo se olvida, y para junio los cambios son mínimos o inexistentes en la mayoría de los casos. Para otros la voluntad tiene sus triunfos, para el resto solo es frustración.
Así es: las grandes expectativas que depositamos en los propósitos de año nuevo y otros inicios suelen llevarnos a grandes decepciones y un sentido de frustración que, incluso, puede generarnos culpa.
De la expectativa a la frustración: cómo lidiar con ello
Por su naturaleza, es muy probable que las expectativas nos lleven a la frustración y el desencanto. Éstas son creencias, ilusiones o deseos que generamos en nosotros, con base en factores que pueden ser nuestros valores, la educación que recibimos o las experiencias pasadas, incluso los anhelos.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, las expectativas suelen estar vinculadas con la decepción y la frustración. Porque asumimos que estas ilusiones, creencias o deseos son verdades absolutas y hechos que van a ocurrir. En vez de sólo probabilidades.
Entonces la realidad nos confronta con su cruda verdad: no puedes bajar 10 kilos en dos semanas, por ejemplo. Viene la decepción, el enfado, la frustración y hasta la culpa.
Los propósitos
Como he señalado antes, esto suele pasar con los propósitos de año nuevo, pues es una etapa en la que todo es entusiasmo. Proponernos algo es plantearnos objetivos de aquellas cosas que creemos que debemos lograr el siguiente año; sin embargo, a veces eso que creemos no es necesariamente lo que deseamos o lo que realmente necesitamos.
A veces hacemos propósitos porque consideramos que algo está mal en nosotros y debemos cambiarlo; o porque nuestras inseguridades nos motivan a cambiar. Aunque los propósitos deberían ser enfocados a mejorarnos, a proveernos calidad de vida, a cuidar de nosotros mismos y no cosas que estén de moda o sean por imposición social. La autoestima juega aquí un papel muy importante.
Cuando hacemos propósitos que son autoimpuestos, o que consideramos que son lo correcto, pero que tal vez no necesitamos o queremos hacer, es muy probable que fracasemos en cumplirlos. Viene así la frustración
La frustración
La frustración se expresa en sentimientos como la cólera, la tristeza o la ansiedad, manifiestos cuando una expectativa (deseo, proyecto o ilusión) no se cumple, cuando no recibimos lo que esperábamos. Es una respuesta emocional común a la contradicción, relacionada con la ira y la decepción que surgen de la percepción de negación al cumplimiento de nuestra voluntad.
Todos en algún momento de la vida llegamos a sentirnos frustrados, pero es lo que hacemos con esa sensación lo que hace la diferencia. El punto clave reside en la capacidad de gestionar y aceptar esta discrepancia entre lo ideal y lo real.
Cómo lidiar con la frustración
Frente a las expectativas no cumplidas, lo más sano y responsable es gestionar adecuadamente la frustración. A continuación, te dejo algunas cosas que puedes hacer para lidiar mejor con ella.
- Aceptar que no siempre conseguimos lo que queremos, por más que luchemos por ello.
- Es normal sentirse mal. Hay que aceptarlo e intenta calmar la mente a través de la aceptación.
- No ponerse en una situación de victimismo. Si lo somos, es de las expectativas que nosotros mismos generamos.
- Buscar alternativas. Analizar por qué no han salido las cosas como las planeamos y cómo hacerlo mejor.
- Que nadie evalúe nuestros resultados. Hay que impedir que otras personas nos digan si lo hemos conseguido o no, lo que digan no está vinculado con nuestras expectativas sino con las suyas.
- Crear un plan con pasos a seguir para cumplir lo que nos proponemos.
- Pedir ayuda es una excelente opción cuando los sentimientos de frustración, ira, culpa o malestar nos desbordan.
- Celebrar los logros, por pequeños que sean. No hay que subestimar el alcance que pueden tener.