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Cómo hablar de la muerte con los niños en cualquier momento, especialmente cuando se acercan fechas en las que es un tema recurrente, como el Halloween o Día de Muertos.

Hablar de la muerte no es tema sencillo, aunque todos tengamos una historia con ella. Pero hay tiempos en los que nos permitimos mencionarla e incluso invocarla con una ofrenda que honre a los que se han marchado antes.  

Si los adultos no hablamos de la muerte, por su inevitabilidad, porque nos acecha y duele su llegada, más difícil aún que podamos tocar el tema con los niños. Aprovechemos este tiempo que se celebra Halloween y Día de Muertos, para considerar algunas claves de cómo hablar de la muerte y el duelo con los niños.  

Ya sea la muerte de los abuelos, los seres queridos o una mascota, la conversación con los niños es inevitable; incluso, hay que hablar de ella frente a noticias como una pandemia o la guerra, o catástrofes naturales que se advierten en la televisión.  

Silenciar el tema puede ser contraproducente, los niños son muy observadores y puede detectar el clima emocional; es posible que indaguen información en fuentes no confiables o generen sus propias ideas distorsionadas al respecto.  

Cómo hablar de la muerte con los niños 

Es importante elegir las palabras con cuidado. Decir algo que brinde consuelo al adulto puede generar miedo a los niños, por eso hay que considerar cómo un niño puede interpretar frases como: “duerme en paz”, “lo perdimos”, “se fue a cielo”, “ya no está con nosotros”, “dejó de sufrir”, “se fue a un mejor lugar”, etc.  

Cuando los niños son muy pequeños, pueden tomar esas frases de manera literal. “Se fue a un mejor lugar” podría hacerle cuestionar qué había de malo estar con la familia, por ejemplo.  

Si se le permite al niño hablar sobre la muerte, será posible brindarle la información que necesita de manera natural, sin prejuicios ni tabúes. Es recomendable fomentar que expresen sus preocupaciones e inquietudes y los sentimientos que le genera el tema.  

Para ello, la escucha activa es fundamental, ser empáticos, atentos y validar las emociones de los niños, en vez de cuestionarlas o negarlas. Estar abiertos a los intentos de la comunicación en los niños es la base; escuchar, comprender y respetar sus sentimientos, dar explicaciones sinceras, breves y fáciles de entender en un lenguaje sencillo y adecuado para cada edad. 

Se recomienda responder a sus preguntas con honestidad, está bien decir que no se tienen las respuestas. 

La idea de la muerte en los niños 

La forma en la que los niños entienden la muerte y cursan el duelo va cambiando a medida que crecen.  

  • Los pequeños en etapa preescolar, entienden la muerte como al reversible, temporal e impersonal, como ocurre con los dibujos animados, por ejemplo.  
  • Entre los cinco y los nueve años de edad, la mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es definitiva y que todos moriremos, aunque abrigan la idea de que de algún modo podemos escapar de ella por medio de nuestro ingenio. A esta edad, asocian la muerte con esqueletos o con un ángel; las pesadillas al respecto pueden ser frecuentes.  
  • A partir de los nueve o diez años de edad y durante la adolescencia, los niños empiezan a entender plenamente que la muerte es irreversible, y elaboran ideas filosóficas acerca de la vida y la muerte. 

El duelo 

La elaboración del duelo en la infancia depende de cada individuo y el contexto que les corresponda.  

Los niños pueden reaccionar y mostrar el dolor de distintas maneras: por ejemplo, cambiar sus hábitos alimenticios y de sueño, estar inusualmente callados o malhumorados, irritables… pueden dejar de hablar y estar angustiados en general, manifestar miedo de estar solos, tener pesadillas y rabietas. 

De igual manera pueden pensar que hicieron algo para causar la muerte de su ser querido y, al preocuparse por su propia muerte, podrían llegar a desarrollar síntomas de enfermedades imaginarias. De ahí que sea necesario ayudarles a transitar por el duelo.  

Es importante asegurarle al niño que no causó la muerte y, si se decide que asista al funeral, hay que prepararlo con detalles sencillos acerca de lo que encontrará en el evento.  

Manejo de las emociones 

Igualmente, hay que promover que los niños tengan oportunidad de vivir y expresar sus emociones. Podemos decirles que está permitido estar triste, pero también hay que protegerlos de un dolor intenso, del duelo no resuelto, para lo que podemos acudir con un profesional que le ayude a transitar el duelo. 

Es favorable motivarlos a expresar sus emociones, incluso el enojo a través del dibujo, escribir un poema o crear una obra de arte. No hay que olvidar que son niños y necesitan apoyo y consuelo. Se le puede dar al niño algo que haya pertenecido a la persona que murió como una manera de recordar y conmemorar.   

Guía Rápida:  

1. ¿Quién debe decirle al niño que un ser querido ha muerto? 

De ser posible, la persona más cercana al niño debe ser quien le dé la noticia, incluso si esa persona es uno de los padres y también está de duelo. Sin embargo, hay que cuidar que esa persona tenga bajo control sus propias emociones.  

2. ¿Cuándo decirlo? 

Es recomendable que los niños sean informados lo antes posible, dentro de lo razonable, para evitar que escuchen la noticia sorpresivamente de otra fuente o que vea a un grupo de personas llorando o conmocionadas, lo que podría ser muy aterrador para ellos. 

3. ¿Dónde hacerlo? 

Hay que elegir un lugar donde los niños puedan sentirse libres de tener cualquier reacción, y eso probablemente no sea en un lugar público. Elegir un lugar “feliz” como el parque o una heladería, podría funcionar, pero no hará menos triste el acto y podría marcar ese “sitio” como el lugar de una mala noticia.  

4. Claves rápidas para hablar de la muerte con los niños 

  • Dejar que los niños hablen, hagan las preguntas y se expresen, no imponer la conversación desde la perspectiva del adulto.  
  • Estimular a los niños a expresar sus sentimientos. 
  • No tratar de suavizar las palabras, hablar conforme la edad del niño, pero sin demasiadas metáforas. Hay que ser claros.  
  • Mantenga la rutina, para abrir espacios de estabilidad mientras se vive el cúmulo de emociones por el duelo.  
  • Realizar un ritual de cierre en el que el niño pueda despedirse y hacer lo necesario para transitar el duelo.  

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