Esta ocasión te cuento cómo escribir para sanar expresando tus emociones desde una perspectiva objetiva e íntima.
Una manera ideal de expresar nuestras emociones y desahogarnos es la escritura. Escribir puede ser un instrumento muy atinado para poner orden en nuestras ideas, emociones y poder así redimensionar situaciones que nos confunden o alteran. Este es un recurso al que la mayoría tiene acceso, sin importar que tan poético o no se escriba.
Gracias a los beneficios que nos produce escribir lo que sentimos cada vez más se utiliza la escritura como un instrumento terapéutico.
Escritura como herramienta emocional
La escritura nos permite conocernos mejor y acelerar la recuperación del malestar emocional, incluso aquel que nos produce la ansiedad y la depresión. Escribir puede ayudarnos a desbloquear algunas emociones asociadas a nuestros pensamientos, hacer más claras nuestras metas y deseos o ayudarnos a comprender situaciones que nos conflictúan o generar problemas en nuestras relaciones.
Asimismo, al escribir solemos distanciarnos de los hechos vividos y así podamos darles una interpretación más objetiva y un sentido en nuestro sentir. Igualmente, cuando escribimos podemos considerar nuestras emociones de una manera más simple al sacarlas de nuestro interior, así ayudarnos a manejarlas de manera más eficaz sin quedarnos enganchados en ellas.
Cómo escribir para sanar
Sí, la escritura nos brinda grandes beneficios emocionales y por ello es terapéutica; ello implica también que debes tener un sistema, constancia y compromiso si tu deseo es escribir para sanar.
Puedes hacerlo en una libreta o también en un dispositivo digital, tu computadora o tu teléfono; podemos hacerlo donde más no se nos facilite y nos sintamos cómodos. Lo importante es empezar y aquí te doy algunas ideas de cómo hacerlo:
El diario
La escritura tipo diario te permite poner en perspectiva las vivencias de cada día, lo que has sentido; cómo y por qué se han despertado esas emociones, incluso identificar la manera en la que sueles reaccionar ante ciertas circunstancias. El diario no sólo será una exploración emocional, también puede servirte de testimonio para conservar tus recuerdos.
Escribe libremente
Si te cuesta trabajo llevar un método, recordar todo tu día o crees que la escritura no es algo para ti, puedes comenzar escribiendo libremente. Anota lo que se te ocurra, lo que sientas, las ideas que han pasado por tu cabeza. No te juzgues ni censures; tú escribe aunque parezca que no tenga sentido o no termines las frases.
Reconecta con tus recuerdos
Un ejercicio que puede ayudarte a identificar huellas emocionales (positivas o negativas) de tu pasado es la estimulación del recuerdo. Escribe en una hoja “yo recuerdo que…” y comienza a escribir lo que en ese momento viene a tu memoria. No importa el detalle, quizá sólo viene a tu mente la comida que te gustaba en la infancia; muy probablemente luego de ello vengan más recuerdos. Este ejercicio ayuda a recuperar recuerdos que creíamos olvidados.
La Carta
Este método puede ser especialmente útil para cuando se trata de lidiar con relaciones complicadas o que han concluido. Escribir cartas nos permite, incluso, hasta “pelear” fuertemente con alguien sin necesidad de herirle innecesariamente; pues con este método expresamos lo que sentimos hacia determinada persona.
Esto te permitirá decir cosas que deseas decirle a la otra cara a cara, pero no puede por varias razones. El mensaje no debe ser enviado a la otra persona, es un ejercicio terapéutico para uno mismo.
El malestar
Los momentos emotivos más difíciles de explicar son aquellos que nos hacen sentir mal, pues generalmente nos llenas de emociones que suponemos “negativas” (recuerda que las emociones no tienen carga moral, no son buenas ni malas). Hacer un análisis de los sentimientos y emociones que se asocian a ese malestar, detallando lo que ocurrió y analizándolo de la forma más concreta posible te ayudará a redimensionar lo ocurrido y gestionar mejor tus emociones.
Por último, escribe lo que realmente piensas de estos problemas e identifica las posibles soluciones.
La fantasía
Escribe tus fantasías, aunque no sean realizables, o eso creas tú. Escribir sobre cosas que fantaseas te ayuda a darle forma a tus sueños, a tus planes y a construir las maneras de hacerlos realidad.
La escritura terapéutica puede ayudarte a trabajar en el diseño de plan de vida, ya que de las ideas más fantasiosas, podrás ir luego aterrizando tus ideas hasta conformar un proyecto concreto y autogestionarlo.
Autobiografía
No tienes que ser Napoleón para escribir tu autobiografía. Escribir de ti mismo, de tu vida, tus aventuras y desventuras será una de las mejores maneras de aprovechar la escritura terapéutica. Además, al escribir de ti puedes perfilar cómo te percibes, cómo miras tu cuerpo, las cosas que te gustan o disgustan.
También puedes escribir sobre tus victorias y éxitos, para que recuerdes que lo que sueñas o te propones puedes realizarlo; que tienes la fuerza y el valor para hacer muchas cosas que quizá tus creencias limitantes te impiden ahora.
Estas son sólo algunas ideas con las que nos podemos acercar a la escritura terapéutica y que pueden generar grandes beneficios para nuestra salud emocional. Multiplica nuestro autoconocimiento, nos permite mantener la conexión y el ritmo entre sesiones y en muchas ocasiones pone palabras cuando la voz todavía no está preparada.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA