Comprender cómo ayudar a los niños a tener autoconfianza nos apoyará a crear infancias decididas y menos vulnerables.
Hoy en las redes sociales se habla de la generación de cristal o de mazapán, personas jóvenes que pareciera que todo les lastima, nada les complace, por todo sienten ansiedad y que son alérgicos a la vida adulta a la que están por llegar.
Sin embargo, a veces olvidamos que son hijos de la generación X; de la que tanto mujeres como hombres se vieron en la necesidad de salir a la calle a ganar dinero en un mundo de constantes crisis económicas neoliberales, conflictos políticos, terrorismo, etc. Una generación que luchó para que a sus hijos no les faltara de nada, para que vivieran en libertad, lejos de ataduras sociales innecesarias.
Pero también, la mal llamada generación de cristal es producto de familias divididas, padres divorciados y ausentes, autoritarismo y un entorno social que descubrió el bullying. Niñas y niños que crecieron teniendo de nana a la televisión.
Como a otras generaciones, nadie les dijo cómo crecer, cómo enfrentarse a la vida, cómo defender su derecho a ser ellos mismos. Una batalla que todos hemos librado, en diferentes contextos y con diferentes herramientas; pero que esta generación ha sabido enfrentar con recursos tecnológicos y creatividad, para ser protagonista de su propia historia.
Esto nos deja claro lo importante que es allanar el camino para las generaciones venideras, para que puedan posicionarse en un mundo que incluso para nosotros tiene algo de nuevo. Hay que brindarles maneras de construir una personalidad fuerte, con congruencia y autoconfianza, que consolide su visión de la vida y los vínculos que habrán de tener entre ellos.
La autoconfianza o confianza en uno mismos es un pilar fundamental en el desenvolvimiento de la persona frente a la vida. Es la clave donde se fundamentan las decisiones y se asumen sus consecuencias.
Una persona que confía en sí misma y en sus posibilidades no dudará en tomar el camino que más le llena, sabrá enfrentarse a los problemas y relacionarse con los otros de manera asertiva. Quien confía en sí mismo es capaz de tener un criterio propio y dejará de ser vulnerable a la presión social y manipulación.
¿Para qué sirve la autoconfianza?
Que un niño desarrolle autoconfianza es útil para:
- Construir una autoestima sólida, lo que le permitirá poner límites, alzar la voz por lo que quiere y, especialmente, aceptarse. Una autoestima positiva aleja a los niños de la manipulación y el acoso.
- La autoconfianza es el cimiento de las decisiones acertadas. Es saber hacia dónde nos queremos dirigir y encaminarnos hacia ello a través de cada decisión.
- Reconocer lo que merecemos es una consecuencia de la autoconfianza. Esta cualidad nos permite sacar partido a las oportunidades que se nos presentan, sin temer al fracaso o a no ser suficientes.
- Esta es una habilidad social básica sobre la que también se desarrollan la empatía y la resiliencia.
¿Cómo ayudar a los niños a tener autoconfianza?
La imagen que se forman los niños de sí mismos parte de aquella que le ofrecemos los demás, especialmente los padres o cuidadores. Por ello debemos prestar atención a los mensajes que les lanzamos respecto a sus capacidades y habilidades.
- Si queremos que los niños confíen en ellos mismos debemos transmitirles que creemos en ellos.
- No esperemos que los niños sepan que los amamos o confiamos en ellos. Expresiones como “tú puedes”, “confío en que lo harás bien”, “estamos orgullosos de ti”, son de gran poder para sembrar confianza en los niños.
- Elogiarlos es una buena forma de hacerlos sentir bien y aceptados; pero esos elogios deberán ser creíbles y sin exagerar.
- No le des a tu hijo algo que puede hacer por sí mismo. Es una máxima de la educación, pues hacerlo todo por ellos es una limitante de la autoconfianza. Cómo sabrán de lo que son capaces si no les permites hacerlo.
- Dales la oportunidad de tener éxito. Deja que hagan cosas por sí mismos y que obtengan buenos resultados.
- Acompáñalos. Sin bien no debes hacerlo por ellos, sí es recomendable acompañarlos en el proceso, para estar ahí si tropiezas o si fracasan.
- Ayúdalos a saber que pueden levantarse y volver a empezar, que no se espera que sean perfectos, sino que se esfuercen.
- Deja que se ocupen de tareas que les delegues. El mensaje será que pueden hacer lo que los adultos hacen porque confías en que lo harán bien. Un ejemplo de ello está en las tareas domésticas o pagar el super. De esta manera les transmites que tú crees en ellos.
Como padres o cuidadores somos las personas en quienes más confían los niños, si nosotros en esta posición confiamos en ellos y se los hacemos saber con claridad, amor y respeto, tarde o temprano ellos sabrán que pueden confiar en sí mismos con bases sólidas.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA