8 Signos de que tengo una relación tóxica conmigo muestran cómo no son los demás nuestros principales vínculos dañinos.
Mucho se habla de las relaciones tóxicas que establecemos con la pareja, la familia, en el trabajo e incluso con los amigos; pero olvidamos que la principal relación tóxica que podemos experimentar es con nosotros mismos.
Ya en otros artículos he señalado que no existe una persona tóxica, sino comportamientos específicos que dañan a otras personas o, como en este caso, a uno mismo. Eso es lo que llamamos toxicidad en conductas y actitudes.
Una persona tóxica…
Una persona tóxica suele ser inmadura emocionalmente, profundamente insegura y egoísta. Ésta requiere entablar relaciones absorbentes que le permitan descargar, en otros, sus frustraciones. Invalida los límites ajenos y se centra en una expresión de constante queja y crítica para compensar sus carencias e inseguridades y así sentirse mejor consigo misma. Prácticamente, las personas con comportamientos tóxicos no aportan nada positivo a la relación.
La víctima de alguien tóxico termina experimentando emociones negativas y agotamiento, sintiendo que se consume su energía y alegría. Se siente contaminada (intoxicada) de la pesadumbre y negativismo del otro.
¿Qué sucede cuando soy mi propia persona tóxica?
En ocasiones, nosotros mismos nos tratamos peor que nadie; nos hablamos con insultos, nos autocastigamos y limitamos a partir de creencias que se generan por una autoimagen negativa. Es así cuando empezamos a tener una relación tóxica con uno mismo.
8 Signos de que tengo una relación tóxica conmigo
Si la persona tóxica victimiza a las demás a partir de su frustración y negativismo, encontrar en nosotros el vínculo nocivo al que nos sometemos tiene indicadores semejantes. Aquí algunas señales de que la relación contigo misma, contigo mismo, está siendo tóxica.
1. La vida es injusta conmigo
Existe una creencia de que, por mucho que nos esforcemos, la vida conspira contra nosotros. Ante esta idea es importante que reflexionemos si realmente, las cosas que nos pasan, sólo nos pasan a nosotros o existen otras personas que experimentan situaciones similares, pero las afrontan de diferente manera. Una clave para dejar esta creencia tóxica es, precisamente resolver qué podemos hacer para salir de este, aparente, ciclo de desdichas que vivimos.
2. Constante expresión a manera de queja
La queja es un ladrón de energía que nos impide actuar hacia lo que realmente deseamos. Por ello siempre tenemos la sensación de que todo está en nuestra contra, aunque en realidad somos nosotros los que siempre vemos lo malo. Lo ideal sería preguntarnos qué podemos hacer para superar la situación.
3. Criticar constante
Cuántas veces no te has visto en el espejo y has criticado todo de ti, no hay nada que te guste. La crítica es una conducta tóxica generalizada que parte de una autopercepción negativa. Nos observamos desde estándares exigentes que, muchas veces, son imposiciones sociales que dañan nuestra autoestima. Estas críticas suelen estar cargadas de palabras duras, insultos y castigos.
4. Nunca tendré…
Las creencias limitantes que nos llevan a la toxicidad personal son una gran amenaza, especialmente cuando parten de generalizaciones como nunca, siempre, todo, ninguno. “Nunca tendré, haré, seré…” suelen ir acompañados de una comparación con las demás personas: “Nunca tendré un marido que me ame como el de mi vecina”.
Esto hace evidente una sensación de carencia que se proyecta al exterior, pero que en realidad es uno mismo quien debe llenarlo. Habría que evaluar por qué queremos tener lo que otros tienen, y tal vez no estamos haciendo nada por obtenerlo.
La fórmula es ser más ecuánimes y darnos cuenta de las cosas que sí tenemos, de las bondades que la vida sí nos ha dado.
5. Mi familia me necesita
Creer que somos imprescindibles para los demás y, por ello, limitarnos a cumplir sueños y deseos ajenos es otra forma de ser tóxicos con nosotros mismos. Esto hace evidente que creemos que se nos ama por lo que aportamos a los demás y no por lo que somos.
Muchas veces el pretexto de “mi familia me necesita” nos da la sensación de que la responsabilidad de nuestra vida es ajena y todo lo que no conseguimos es por razón de los demás. Debemos recordar que no somos imprescindibles e incluso somos sustituibles en muchos ámbitos.
6. Si no soy perfecta no sirvo
Asumir las exigencias del exterior y establecerlas como una estándar de felicidad, realización y satisfacción personal puede ser una de las conductas más tóxicas que podemos ejercer en nosotros. La perfección no existe, por muy deseable que sea, por lo que buscar serlo sólo nos traerá ansiedad y frustración.
Una solución a la avidez por la perfección es revisar el origen de nuestras exigencias e intentar una estrategia de mejora paulatina constante.
7. Tengo que esforzarme más
A la idea de imperfección se suma la de insuficiencia. Nada de lo que hacemos parece suficiente para… Pero cuando creemos que siempre es necesario “un poco más” de esfuerzo, terminamos agotados e incapaces de disfrutar cualquier cosa, ya nada es suficiente.
Para contrarrestar esta carrera sin fin, podemos establecer metas cuantificables, de tal modo podemos medir resultados específicos, evitando el abstraccionismo de los “suficiente”.
8. Yo puedo con todo
Tal vez no hay forma más tóxica de llevar la vida que imponernos la carga de “yo puedo con todo”. Los extremos no son recomendables, así que creer que nada es suficiente o que lo podemos todo es igual de tóxico. Creer que se puede con todo es un reflejo de la necesidad de tener el control de todo, y ello no es más que incertidumbre, falta de seguridad en uno mismo y una mala imagen de sí. Es una visión absolutista semejante a la necesidad de ser perfectas.
Sin embargo, todos tenemos límites y saberlos, así como comunicarlos de manera asertiva, es una manera sana de llevar la vida.
Ser tóxico con uno mismo pone un cerco alrededor de nosotros que termina limitando nuestro desarrollo y felicidad. Lo que en realidad hacen estas conductas es darnos un mensaje de lo mal que estamos, pero no dan una clave de cómo salir de este ciclo dañino.
No obstante, puedes observar que todas estas pautas tóxicas se derivan de creencias y pensamientos limitantes que debemos desaprender para dejar de tener una relación tóxica con nosotros mismos.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA