Con la historia de Margarita te contaré ¿qué pasa con los conflictos emocionales no resueltos?
En la adolescencia, Margarita constantemente era blanco de las críticas de su madre, atacaba su autoestima con comentarios como lo flaca que se veía, lo ojerosa que parecía, lo lenta que era al correr. Pocas veces la madre tenía un comentario positivo para la niña. A veces Margarita sentía odiar a su madre, y en más de las veces se odiaba a sí misma por sentirse fea, tonta, lenta… y hasta por odiar a su madre.
Margarita nunca supo poner un límite a la madre y el conflicto se agudizó, hasta que dejó su casa y se casó… con un hombre que no paraba de señalar sus pequeños defectos. Margarita pasó de una madre a un marido criticón. Peor aún, en el trabajo dejaba que sus compañeros hicieran comentarios respecto a su imagen y su forma de trabajar.
“Te lo digo por tu bien”
Un día la mujer no resistió más y lo dejó todo, estuvo a punto de cometer una locura, sino es que un amigo (de verdad) la llevó con un psicoterapeuta que pudiera identificar el origen de su desesperación y tristeza, y ayudarla a solucionarlo.
¿Por qué Margarita se sometía a la crítica de todos, aunque le fuera tan doloroso?
El conflicto original fue la forma en que su madre normalizó la crítica como una manera de afecto: “te lo digo por tu bien” era el argumento. Y aunque ella sufriera por esas palabras, se creyó que eran por amor. No fue capaz de decirle a su madre que no soportaba sus críticas, ni de cambiar la manera en que asumía esas palabras como una verdad indiscutible.
El problema creció cuando permitió que el marido, los compañeros de trabajo y los amigos, también la criticaran “por su bien”.
Un conflicto emocional no resuelto a tiempo puede arrastrar tras de sí años de sufrimiento, pero no siempre tenemos las herramientas para hacerlo. Por ello Margarita llegó al extremo.
Mecanismos de Defensa
Frente al dolor que nos aqueja ante situaciones emocionales negativas, solemos tener mecanismos de defensa que la mente utiliza como protección. Negación, represión, desplazamiento, etc., son útiles para no sentir ese dolor o incomodidad. Margarita, para no sentir más el dolor de la crítica comenzó a aislar los pensamientos y sensaciones dolorosas para no sentir más, pero ello no la llevó a solucionar el conflicto.
Al contrario de una solución, los mecanismos de defensa implican que no se han identificado, ni sentido ni regulado las emociones vinculadas a la situación vivida. Que no se han sabido gestionar adecuadamente o que se han evadido para “no sentir”.
Pero las emociones no procesadas se acumulan con el tiempo y tarde o temprano se pondrán en evidencia, ya sea a través de un trastorno mental, una enfermedad física (somatizando), o la autolesión o el consumo de sustancias tóxicas (alcohol o drogas). Incluso, como en el caso de Margarita, puede haber conductas de riesgo o suicidio.
¿Qué pasa con los conflictos no resueltos?
Los conflictos emocionales no resueltos son como pequeñas dosis de veneno que a la larga nos dañarán gravemente. Éstos generan pensamientos negativos debilitantes que con el correr del tiempo pueden tener nefastas consecuencias.
Si el conflicto emocional no resuelto es demasiado intenso y se mantiene, añadiendo cada vez más dolor o incomodidad, puede desembocar en cuadros de ansiedad, depresión y otros trastornos, que no cederán hasta que el conflicto se solucione.
Superando un conflicto no resuelto
Pero para superarlo hay que detectarlo y admitirlo. Margarita, por ejemplo, antes de pensar en odiar a su madre, prefería odiarse a sí misma, así que se descuidaba: no comía, no dormía, ni siquiera se duchaba.
Tardó tiempo en reconocer que odiaba que su madre la criticara porque le causaba mucho dolor, y que debía reestructurar la idea de que el amor se manifiesta criticando. Además, debía poner un límite a las personas que le señalaban sólo sus defectos.
Debió desaprender la autoimagen que de sí misma tenía, que aprendió a través de los ojos de su madre, y comenzar a fortalecer su autoestima.
Margarita se buscó un nuevo trabajo y se separó de su marido criticón para sanar sus heridas. Fue un trabajo difícil y doloroso, especialmente porque ella se dio cuenta de cuánto daño dejó que le hicieran y que asumió que todas esas palabras eran la verdad.
Muchos creemos que superamos un drama porque supimos aceptarlo a nivel racional, pero lo emocional requiere más tiempo y más trabajo. Generalmente con la asistencia de un profesional de la salud emocional que nos guíe en el proceso.
La solución pasa por identificar, nombrar, entender y vivir las emociones acumuladas para reubicar de forma sana el recuerdo.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA