Te has preguntado alguna vez por qué das más de lo que recibes. Una respuesta que puedes encontrar en las motivaciones que te llevan a dar.
En cualquier relación estable y sana debe existir un equilibrio entre el dar y el recibir. Los vínculos humanos deben fundamentarse en la reciprocidad, una armonía entre brindar de nosotros a los demás, pero también en el saber recibir.
Asimismo, es naturaleza humana dar esperando recibir. Ello no significa necesariamente una conducta egoísta o convenenciera, es parte de la interacción natural entre los seres humanos, siempre y cuando la reciprocidad sea en términos de libertad.
No obstante, no siempre recibimos de forma equitativa respecto a lo que damos. Y ello se puede deber a múltiples factores, especialmente a las motivaciones que nos hacen relacionarnos con otros y a entregarnos de forma más generosa.
Dar nos hace felices, casi siempre
Dar es un acto generoso que en múltiples ocasiones beneficia tanto a quien recibe como a quien entrega. Brindar a los otros obsequios, presencia y asistencia suelen enriquecernos, generar un sentimiento de bienestar que nos motiva a continuar haciéndolo.
Según la neuróloga Beth McQuiston, directora Médica de los Laboratorios Abott, dar genera una sensación de conexión social. Luego de una encuesta realizada por esta empresa farmacéutica, a un millón de personas en el mundo se puede confirmar que dar es una de las tres primeras cosas más gozosas en la vida.
Dar genera una sensación de conexión social, señala la Dra. McQuiston. No siempre se trata de una cuestión monetaria o material, también podría tener que ver con cuidar y ayudar a los demás. Tampoco tiene que ser un acto monumental sino detalles que nos permiten empatizar y vincularnos con los demás.
La experta en neurociencias señala que la satisfacción de dar y colaborar con los demás proviene del sentimiento de estar contribuyendo con la supervivencia de la especie humana.
De igual manera, al entregar a otros se activa en el cerebro el circuito del placer, generando dopamina y una sensación gratificante que nos motiva a repetir la experiencia. Asimismo, sentir la gratitud nos hace felices.
Dar demasiado puede ser un problema
No obstante, cuando el dar se vuelve un acto desmedido y no encuentra respuesta, nos frustra y genera una sensación de estar siendo víctimas de un abuso. Además, se rompe el equilibrio de cualquier relación.
Las consecuencias de este desequilibrio entre dar y recibir pueden ser desajustes emociones, sensación de vaciedad y sinsentido en la respectiva relación, sentimiento de insatisfacción con la propia vida.
Aún sí, hay quienes continúan teniendo la necesidad de dar, incluso sabiendo que no han de recibir.
¿Por qué das más de lo que recibes?
Dar se vuelve una forma de complacer a los demás esperando obtener en retribución el reconocimiento, afecto y valoración de otros, lo mismo que muchas veces no se puede dar a uno mismo.
Entregarse a los deseos y satisfacción de otros es una manera de ceder la voluntad propia a cambio de aceptación y ello genera todavía más insatisfacción y dolor. Sin embargo, esa aceptación buscada, por supuesto, debe nacer de nosotros mismos y no esperar el reconocimiento ajeno.
La necesidad de dar para obtener gratitud y reconocimiento puede fundamentarse en una baja autoestima que se proyecta en quienes reciben. En la avidez de dar se puede estar manifestando no sólo generosidad y empatía, también se puede percibir carencia, necesidad, demanda de amor, una demanda para llenar un vacío que sólo uno mismo puede sanar.
Es por esto que una persona que da por esta clase de necesidades nunca sentirá que está recibiendo de manera equitativa a lo que da. Porque lo que requiere son temas que debe darse a sí misma, trabajando con su autoestima, encontrando un sentido propio de la vida y gestionando sus carencias emocionales de una manera adecuada.
¿Cómo equilibrar la balanza de dar y recibir?
Cuando la entrega es auténtica y no basada en la necesidad, das a quien más lo merece y menos lo necesita. No te regalas por satisfacer demandas personales.
Quien da y cree que no está recibiendo se coloca en el papel de víctima y se ata a los demás, en cambio asumir el control de la entrega a través del autoamor y los límites permite liberarse emocionalmente y vivir con mayor plenitud.
Por ello si das y crees que no estas recibiendo, analiza a quién le estás dando, cómo es que lo estás haciendo y cuál es tu finalidad al entregar a los demás. Ponte a salvo e imponte los límites necesarios para no entregar un amor que en el fondo lo que necesita es saciar unas necesidades.
¿Recibir sin pedir?
Con frecuencia creemos que el dar debe motivar a los demás a ser recíprocos y darnos de vuelta, pero no toda la gente está obligada a serlo. Debemos revisar también nuestra actitud frente al hecho de pedir.
Pedir no siempre es fácil, pero debemos hacerlo porque si no pedimos nadie sabrá que deseamos y nos quedaremos esperando. Los otros no están obligados a saber qué necesitamos, por eso también en el dar y el recibir se incluye aprender a pedir e incluso aprender a recibir.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA