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Estos 10 motivos por los que no puedes ser feliz son ejemplo de que la felicidad depende solo de cada uno y que podemos experimentarla si nos lo proponemos.

En cualquier diccionario o en Wikipedia es muy fácil encontrar una definición de felicidad. Por ejemplo: “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”. Definiciones existen, quizá, tantas como personas en el planeta.   

Hay tantos conceptos porque cada uno de nosotros tenemos nuestra propia idea de lo que nos permitiría tener ese estado de ánimo pleno y dichoso que pudiera durar la mayor parte de la vida. De ahí que no exista una sola forma de ser felices, pero sí podemos saber aquello que no nos permite serlo. 

Diariamente intentamos cosas que nos hagan felices, pero también hacemos cosas que nos lo impiden, nos amargan o entristecen. Entre ellas, aquí te dejo algunos motivos por los que no puedes ser feliz. 

¿Por qué no puedo ser feliz? 

Con frecuencia las personas llegan a una sesión de psicoterapia con esta pregunta ¿por qué no puedo ser feliz? Y muchas veces la respuesta se encuentra en aquellas cosas y personas en las que depositamos nuestro concepto de felicidad.  

Seré feliz cuando pase esto… seré dichoso cuando llegue la persona adecuada, o cuando mi madre haga esto y aquello. En contadas ocasiones asumimos la responsabilidad que tenemos para hacernos felices a nosotros mismos a partir de nuestras ideas, actitudes y conductas.  

1. No eres feliz porque no te conoces ni te aceptas 

Si de inicio no estamos a gusto con nosotros mismos, difícilmente lo estaremos con la vida, ni seremos felices. Hay una desdicha implícita en aquel que no se ama a sí mismo.  

Trabajar con la autoestima, conocerse y saber qué queremos en la vida, qué estamos dispuesto a hacer por ello y cuáles son nuestros límites, es el fundamento para ir en busca de la felicidad y encontrarla. 

2. Ser quien no eres 

Cuando no hay un pleno conocimiento de uno mismo y la autoestima es débil, podemos quedar vulnerables a la simulación. Se busca complacer a los demás para lograr la aprobación que de nosotros mismos no recibimos, por lo que creamos personajes acordes a cada circunstancia; evitamos ser nosotros mismos por temor al rechazo.  

Vivir otra vida y siendo otra persona no solo causa infelicidad, es doloroso. Además, a la larga puede dejarnos más solos aún, porque la gente puede notar la “falsedad”.  

3. Falta del sentido de la vida 

Igualmente, si no nos conocemos se nos complicará saber qué es aquello que da sentido a nuestra vida. Saber para qué estamos en ella y hacia dónde queremos ir; qué queremos hacer y cuál es nuestra misión es fundamental para el bienestar personal.  

La falta del sentido de la vida crea vacíos existenciales, frustración, angustia y depresión.  

4. Miedo a ir por tus sueños 

Muchos miedos nos limitan. He hablado de ellos en varias ocasiones, como el miedo al futuro, a tomar riesgos, al fracaso, al cambio… Incluso miedo al éxito. Estos, entre otras cosas, frenan nuestra disposición a luchar por nuestros sueños, nos mantienen en la llamada zona de confort, donde nos sentimos seguros pero infelices.  

5. Preocuparte demasiado 

El qué dirán, las cosas malas que pudieran pasar, la incertidumbre, todas estas preocupaciones fundamentadas en nuestras ideas distorsionadas son causa de desdicha. Preocuparnos de todo es un signo de que la mente está fraguando escenarios posiblemente terribles, pero irreales.  

Considera que la preocupación es un estado de desasosiego, inquietud o temor producido ante una situación difícil, un problema, etc. Y aunque en niveles normales, su exceso es el precursor de la ansiedad.  

6. No vivir en el presente 

Los hermosos recuerdos del pasado y los grandes proyectos del futuro, la nostalgia por el ayer y la incertidumbre por el mañana, suelen ser proveedores de la desdicha, puesto que nos impiden disfrutar del presente, el único momento del que podemos tener cierto control.  

7. La necesidad de controlarlo todo 

Y hablando del control, una persona controladora es incapaz de tolerar el mínimo cambio en las expectativas que tiene frente a la vida, las personas o acontecimientos; trata de evitar un temor imaginado a base de dominar cualquier situación, incluso puede tornarse patológicamente perfeccionista. 

Ante la incertidumbre que enfrentamos en la vida, nos urge contrarrestar el azar con el control; lo que nos da una sensación, de aparente seguridad y estabilidad, de poder frente a cualquier eventualidad.  

Pero la vida es incontrolable gran parte del tiempo y perder esa sensación de seguridad que da el control, tendemos al sufrimiento.  

Lo que debemos hacer es ser flexibles y capaces de adaptarnos a los naturales cambios de la vida.  

8. El perfeccionismo 

En el inconsciente de una persona perfeccionista hay una especie de vacío e insatisfacción que da lugar a su comportamiento. Para ellos no está bien ser como son; sienten que hay algo malo en sí y que debe ser corregido. Sin embargo, no hay claridad en la idea, no saben qué es lo que está mal, así que van a tratar de “componer” todo. 

Esta sensación de error interno los mueve a querer cambiar y comprometerse con mejorar, aunque ello no tenga un límite, pues al no saber qué es lo que está mal —para ellos— siempre van a querer mejorar sin fin. 

Y la vida no es perfecta, o perdería todo sentido. La imperfección de la vida puede hacernos infelices si buscamos que todo sea como pretendemos con tanta exigencia.  

9. Las comparaciones 

Es claro para todos que somos diferentes, que nos caracteriza la unicidad, es decir el que seamos únicos. Sin embargo, hay quienes pasan gran parte del tiempo comparándose con el hermano, el vecino, los compañeros del trabajo…  

Compararse impide que disfrutemos nuestros logros, nuestra realidad presente. Cuando estás más pendiente de lo que han logrado lo demás no consigues disfrutar de tu camino y tus logros siempre te parecerán poca cosa en comparación. 

Además, se comienza a poner en duda todo lo que hacemos y no hay la certeza de ir por buen camino. Eso muchas veces causa angustia y, por supuesto, infelicidad.  

10.  Sentimiento culpa 

Cuando la culpa tiene un origen en nuestros pensamientos y no en nuestros actos— además es persistente y producto de nuestras ideas, prejuicios o falta de autoestima— nos comienza a generar conflictos, incomodidad, angustia o hasta depresión.  

Ello puede colocarnos incluso en un lugar de vulnerabilidad con el que otros puedan manipularnos aprovechando que nos sentimos culpables de lo que haya sucedido. 

El sentimiento de culpa puede causar una fuerte sensación de que no merecemos ser felices, por el contrario, debemos recibir alguna clase de castigo por lo que consideramos ha sido una falla o “pecado”. 

No obstante, todos estos motivos, incluso algunos otros que pueden ser muy particulares, el no ser feliz mucho depende de nosotros y la decisión de vivir acorde a ella o ser infelices por costumbre.  

La elección de ser feliz está en nuestras manos. A veces todo lo que tenemos que hacer es probar una nueva forma de hacer las cosas. Una manera distinta de vivir la vida. 

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA 

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Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

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