Así matamos el amor propio a diario es un texto que te ayudará a identificar qué hábitos o actitudes realizamos y que afecta tu autoestima .
Pareciera que, hoy en día, todo está diseñado para hacernos que odiemos lo que somos. La publicidad y la mercadotecnia establecen modelos inalcanzables para que aspiremos a encajar en los estándares que nos imponen.
Ya sea en aspectos físicos, como monetarios o hasta intelectuales, las exigencias de hoy son cada vez más duras y en medio de las batallas que libramos a diario para alcanzarlas está de por medio nuestro amor propio.
Amor propio es —en una muy reducida definición—: La consideración y estima que una persona siente por ella misma y por la cual espera ser considerado y estimado por los demás. No obstante, la presión social suele motivarnos a asumir hábitos o acciones que mermen este amor propio.
Veamos a continuación algunas cosas que hacemos que van acabando con el amor propio.
- Descalificaciones
Cuando no somos “capaces” de alcanzar esos estándares que el mercado nos reclama, comenzamos a descalificarnos porque no somos lo suficientemente bonitos, ricos, atractivos, etc. En casos así somos los primeros en hablar mal de nosotros mismos: mira qué gordo, mira qué mal mi cabello, mira qué tonto.
Ignorar tus avances, tus conquistas y éxitos también es una forma de descalificarte; no es una cuestión de humildad o de reconocer tus errores, es un mecanismo que revela tu bajo nivel de amor propio.
Practica el valorar tus avances y darte crédito, para amarte más.
- Rechazar los halagos
No intento que la vanidad sea una cualidad, por el contrario. Pero si los demás dicen cosas lindas y positivas de nosotros debemos acéptalas y agradécelas. Tenemos la mala costumbre de no aceptar comentarios positivos hacia nosotros y activamos un mecanismo de defensa que lo rechaza en automático porque no somos capaces de merecer esas palabras.
- Dar crédito a lo que los otros dicen
De manera paradójica, así como no somos capaces de aceptar las palabras positivas que nos brindan los demás, somos capaces de aceptar como cierta la crítica de otros porque los consideramos más expertos, más conocedores, etc.
Tratemos de conectarte con una verdadera percepción y darle valor a lo que encontramos en nosotros mismos. No dependamos de la aceptación de los otros sólo porque los creamos superiores.
- Victimizarte
Ante las dificultades de la vida y la imposibilidad de alcanzar estándares exigentes que nos imponemos, solemos caer en la tentación de victimizarnos. Esta es una percepción infantilizada de nosotros mismos: debemos resignarnos a las situaciones negativas sin poder hacer nada al respecto. Cayendo en el papel de víctimas “de las circunstancias”.
Este es un momento para reflexionar sobre los recursos con que cuentas para enfrentar situaciones adversas; que lo importante no es que nos acurra algo malo sino qué hacemos con lo que nos ocurre.
Hay que dejar de lamentarnos y dedicarnos a pensar en soluciones; observar que los peores momentos pueden ser grandes oportunidades.
- Depender de los demás
Para sentirnos valorados, que nos aceptan o que son nuestra fuerza, solemos depender de los demás. Estamos esperando la aprobación ajena que valide cada cosa que hacemos. Ello nos hace sentir una felicidad ficticia, pues en cuanto los otros no den respuesta a esta necesidad, seguramente nos sentiremos tristes e impotentes.
Esto requerirá de un gran esfuerzo personal, pero debemos aprender a estar bien con nosotros mismos, a valorarnos por quienes somos y no que sean otros que nos aprueben. No nos rodeemos de gente para llenar el vacío emocional que sólo nosotros podemos llenar.
- Desconectar de nosotros mismos
Cuando dependes de los demás lo único que estamos haciendo es desconectarnos de nosotros mismos. Entonces uno se olvida de sí, de lo que le gusta, lo que le complace, lo que le hace sentir bien; incluso olvida satisfacer sus necesidades elementales.
Amarse uno mismo es cuidar su salud, su alimentación, sus momentos de descanso y los encuentros consigo mismo para conectar con su propio espíritu. Para ello hay que dedicarnos tiempo, hacer lo que nos gusta y vivir en paz con nosotros mismos.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA