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Afrontar nuestras emociones no es fácil, gestionar la manera en que nos sentimos a cada momento nos confronta y muchas veces nos asusta; en ocasiones nos puede llevar a evadir lo que pasa en nuestro interior con comportamientos que nos dañan e incluso pueden perjudicar nuestra relación con los demás.  

La comida, el alcohol o el dinero, entre muchas otras cosas, pueden ser instrumentos de evasión de nuestra condición emocional, una manera de paliar lo que sentimos. Miedo, culpa, alegría son emociones ante las cuales actuamos compulsivamente, afectando nuestra salud emocional y bienestar.  

Particularmente, en el caso del dinero, las emociones nos impulsan a tomar decisiones para gastarlo o invertirlo, no sólo poniendo en juego nuestra calidad de vida sino incluso el futuro; pero también, en el caso de las decisiones menos acertadas, pueden verse dañadas nuestras relaciones interpersonales. La falta de dinero y las deudas son una causa de conflicto constante en la pareja, por ejemplo.  

No obstante, sabemos que un gran porcentaje de las compras que hacemos —entre el 70 y 80 por ciento— tienen una motivación emocional, y luego las racionalizamos. Y es que las compras compulsivas alivian muchos de nuestras emociones como la angustia, el aburrimiento, la ira…  

Entendemos entonces que nuestra relación con el dinero refleja mucho nuestra relación con nosotros mismos y nuestras emociones; por ello analicemos qué sentimos y cómo ello nos lleva a gastarnos el salario.  

Miedo 

Estamos llenos de miedos reales e infundados, algunos aprendidos por las condiciones del entorno social: miedo a enfermar, miedo a perder el trabajo, miedo a estar solos, miedo a llegar a viejos. Las situaciones inestables o de crisis típicamente nos hacen sentir inseguros, así que comenzamos a hacernos de recursos que nos hagan sentir mejor.  

En forma positiva el miedo a enfermar, por ejemplo, nos hace adquirir un seguro médico, pero los miedos infundados nos pueden llevar a gastos irracionales, buscando soluciones rápidas y erráticas, hasta desperdiciar recursos. Tal sería el caso de alarmarse por una posible escasez de alimentos infundada, que te llevaría a comprar alimentos sin necesidad y a gastar más de lo necesario.  

Culpa 

Cuando nos sentimos culpables tenemos la sensación de que le debemos algo a alguien, que hemos fallado y esta carga emocional nos hace intentar compensar nuestro comportamiento u omisión a través de obsequios, salidas, viajes o dinero. Sin embargo, los regalos no suelen ser la solución ideal a nuestro sentimiento de culpa, es mejor identificar qué es lo que nos lleva a sentir esto y generar hábitos que lo eviten.  

Tristeza 

¿Quién no ha salido a comprarse un vestido o un helado cuando se siente triste? La sociedad de consumo nos ha enseñado a paliar la tristeza comprando. Es una especie de terapia de apapacho que generalmente va acompañada de ideas como “me lo merezco”. Pero esta conducta implica gastar un dinero que no siempre está presupuestado. Está bien consentirse un rato, pero hay mejores soluciones para resolver estas situaciones que gastar.  

Pertenencia  

Nuestra necesidad de pertenecer, de sentirnos aceptados en un determinado grupo social y con ello minimizar la voz de nuestras inseguridades, es uno de los grandes motivadores a gastar más de lo que percibimos. Llevar un estilo de vida no adecuado a nuestros ingresos, por sentirnos aceptados, no sólo no ayuda a sentirnos mejor sólo nos llevará a endeudarnos y generar estados de estrés, por ejemplo.  

Hay que trabajar con la autoestima personal, y evitar que nos domine la envidia porque otros tengan lo que nosotros deseamos.  

LEE QUÉ HACER CON LA ENVIDIA 

Enojo 

El enojo también usa el dinero como un mecanismo compensatorio que casi siempre termina mal. La revancha o la venganza suelen ser detonadores de las compras compulsivas o los gastos no planeados que pueden llegar a endeudarnos.  

Imagina que luego de un pleito de pareja terminas en un bar, gastas dinero en bebidas y diversión, regresas a casa y no sólo habrás gastando un dinero que no tenías pensado sino tendrás más conflictos con tu pareja.  

Si sientes que la ira te está consumiendo, contrólate y no tomes ninguna decisión relativa al dinero. Trata de escuchar a los demás y de tener mecanismos que protejan tu dinero. 

Felicidad 

Sí, la felicidad también nos hace gastar. Cuando gozamos de la vida queremos compartir con los demás, nos ponemos festivos y hacemos regalos, queremos complacer a los seres amados, etc.  

En todos estos casos, comprar o gastar nos hace sentir momentáneamente mejor: más seguros de nosotros mismos, más tranquilos, menos ansiosos.  Pero luego nos arrepentimos cuando lo que buscamos es la experiencia de la compra que palia nuestras emociones y no lo que hemos comprado porque lo necesitáramos. En muchos casos además de la insatisfacción posterior nos hemos endeudado para comprar lo que no nos podíamos permitir. 

Si tú también gastas dinero con ciertas emociones, identificando por qué lo haces, por qué compras en exceso según qué cosas, verás que necesidad satisfaces, y podrás encontrar una manera más adecuada de hacerlo. Si no será muy difícil conseguir cambios duraderos. 

Las emociones que curas con dinero son tan fuertes y primarias, y tan necesaria su satisfacción, que merece la pena pensar cómo puedes cuidarte teniendo conciencia de lo que sientes y cómo gestionarlo.  

TE PUEDE SERVIR 5 EJERCICIOS PARA MEJORAR TU INTELIGENCIA EMOCIONAL 

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA 

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

La comprensión de sí mismo es un acto obligado. Tal y como aprendimos a caminar, a hablar, a comprender el entorno y su funcionamiento, así mismo es necesario comprender nuestras herramientas tanto con las que hemos nacido como aquellas que con el tiempo se han desarrollado y adquirido.

 

Conocer quién eres y como funcionas, te abre a una riqueza inimaginable para mantener tu mente, tus emociones y tus actos en congruencia, en un estado de salud continuo tanto emocional, físico y psicológico. Te convierte en una mejor versión de ti mismo y es ahí que radica tu fuerza vital.

 

Basar tu experiencia de vida y tu bienestar en la ignorancia de ti mismo te condena a los peores males de tu existir.

 

Es importante comprender que vivimos en el sótano lúgubre de una maravillosa y resplandeciente mansión. A la cual pocas veces, o tal vez nunca, hemos podido conocer sus jardines y sus extraordinarias habitaciones. Para tener acceso permanente a toda nuestra mansión, es primordial conocer nuestra ubicación y la existencia de nuestras capacidades.

 

Frente a la vida contigo es una herramienta obligada para crear una mejor versión de ti, para continuar expandiendo tu conocimiento en plenitud que desembocan en estados de felicidad continua.

 

Durante las 5 horas estaremos frente a frente con aquello que permitirá: optimizar tus relaciones tanto contigo como con aquellas personas que se encuentran en tu entorno, vivir en estados de mayor plenitud con lo que haces, piensas y sientes. Comprender tus actos, tus pensamientos y tus sentimientos. Conocer las diferentes influencias que ayudan o impiden a que obtengas lo mejor de ti.

 

Dirigido a toda persona que desee realizar una mejor versión de sí misma.

 

 

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