Cada día podemos tener conductas y hábitos que pueden afectar nuestras emociones, la mayor de las veces de manera inconsciente. Son situaciones que, seguramente, realizamos de forma involuntaria porque las hemos aprendido o hemos ido adquiriendo con el paso del tiempo, y que no nos damos cuenta que afectan negativamente nuestra salud emocional. Adentrémonos al tema en este texto ¡no te lo pierdas!
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No Cuidar tu salud física.
Este no es un tema de moda o una insistencia banal; descuidar tu alimentación, llevar una vida sedentaria, dormir pocas horas y otros hábitos que dañan tu salud física repercuten indiscutiblemente en tus emociones. Ya en otras ocasiones te he hablado de cómo las emociones se ven afectadas por el tipo de alimentos que consumimos, por ejemplo; o lo que pasa cuando no duermes lo suficiente.
La química cerebral de la que dependen nuestros estados emocionales como la serotonina, la dopamina, el cortisol o la adrenalina, entre otras, aumentan o disminuyen acorde al estilo de vida que llevamos para cuidar, o no, nuestra salud física. Ya también he hablado de cómo el ejercicio físico aumenta las endorfinas, una de las llamadas hormonas de la felicidad. En cambio, el sedentarios tiene un efecto completamente opuesto que puede llegar a deprimirnos, estresarnos e incluso bajar nuestro sistema inmunológico.
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Exponerte a información, imágenes y otros estímulos violentos o negativos.
Las imágenes violentas y otra información negativa tienen un efecto comprobado en la salud mental de los individuos, al grado de ocasionar traumas en quienes las reciben. Estas pueden ocasionar lo que se conoce como trauma vicario.
La traumatización vicaria se presenta, entre otras cosas, entre personas que conoce sucesos traumáticos a través de relatos, narraciones o escritos narrados por las víctimas o testigos de los hechos y que pueden experimentar ansiedad, depresión, alteraciones perceptivas, extremos emocionales cuando esta exposición es constante.
Por el contrario, se corre el riesgo de una desensibilización del individuo expuesto a información violenta o negativa que puede llevar, incluso, a la pérdida de la empatía. Como mecanismo de defensa se genera una desconexión, que evita el sufrimiento, pero también lleva a la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno.
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Generar o escuchar chismes (cotilleo).
Este es un hábito que no es nada inofensivo, participar en la difusión de chismes así como ser protagonista de algún chisme que circula por nuestros grupos sociales no es sano. El chisme es una forma de acoso y agresividad de unos hacia otros, que lastima a quienes son víctimas de ellos y empobrece la vida emocional de quienes lo difunden.
Es una conducta tóxica que puede afectar la vida de otras personas, por involuntario que parezca, y que sólo desacredita a quienes lo difunden. El chisme destroza la reputación de cualquier persona, causa angustia y reduce la autoestima. Frente a ellos tomemos actitudes positivas que nos permitan desintoxicarnos así como ser libres de los chismes y de sus comunicadores.
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Vivir endeudado.
Los investigadores de la Universidad Southampton indican que las personas que mantienen deudas económicas son tres veces más propensas a padecer problemas con su salud mental, sobre todo con la depresión.
Aunque las deudas sean una cuestión que va más allá de tus deseos, son producto de una mala administración de las finanzas personales; para lo que debemos aprender a no gastar más de lo que ganamos o bien intentar generar más ingresos. Quizá a veces sea necesario adquirir una deuda, pero hacer de ello un estilo de vida no es bueno ni para tu cartera ni para tu salud, física y mental.
Las preocupaciones financieras suelen conducir a estrés, ansiedad y depresión. Además, adquirir deudas de forma compulsiva genera culpabilidad, que se incrementa cuando hay de por medio ya una adicción a pedir dinero prestado.
A esta situación suele sumarse la inseguridad laboral. Cuando las personas tienen la sensación de que su trabajo está en riesgo o durará poco, puede llegar a padecer el síndrome burnout. Que puede llevar a experimentar un estado de distanciamiento emocional y cognitivo en sus actividades diarias.
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Vivir malas relaciones amorosas.
Por múltiples motivos las personas solemos involucrarnos en relaciones amorosas tóxicas o insatisfactorias, establecemos vínculos codependientes que pueden dañar la autoestima y el autocontrol.
Al respecto, la ciencia ha demostrado cómo las malas relaciones amorosas provocan alza en la presión sanguínea y migraña, entre otros padecimientos evidentes en el organismo, y es que una relación amorosa insatisfactoria genera ansiedad, estrés, depresión; o incluso culpabilidad —especialmente si se es víctima de personas manipuladoras—.
Ira y frustración son otras de las consecuencias de tener relaciones amorosas insanas, esto incluso puede ser detonador de violencia de pareja. Por ello hay que enfrentar la situación antes de que llegue a niveles de agresividad, reconocer que la pareja no está funcionando y acudir con un guía que ayude a identificar si la pareja quiere y puede repararse o es tiempo de despedirse y hacerlo de la mejor manera.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA DE PAREJA