Perder el miedo a tomar riesgos positivos es la forma en que nos permitiremos avanzar hacia nuestras metas y felicidad. Sin embargo, con mucha frecuencia este miedo nos paraliza porque el riesgo nos conduce a lo desconocido, la incertidumbre respecto al resultado nos atemoriza. Pero, de no hacerlo, ¿cómo podríamos crecer?
Aun cuando el riesgo sea calculado, siempre representa la posibilidad de equivocarnos, por eso puede resultar aterrador y disuadirnos. No obstante, intentarlo es una forma de aprender; aun cuando fallemos siempre podemos encontrar una manera de avanzar hacia nuestras metas.
De igual modo, tomar riesgos nos hace sentir que perdemos el control y la seguridad que nos hemos esforzado en crear hasta el momento, así que intentarlo nos hace entrar en duda porque implica desequilibrio. Y es que crecemos con ciertos dogmas que nos generan esta necesidad de estar seguros y de que el riesgo es un cambio que implica desasosiego e inestabilidad.
BENEFICIOS DE TOMAR RIESGOS
En realidad, tomar riesgos tiene más beneficios para nosotros que las desventajas que pudiéramos considerar.
- Aumenta la autoconfianza y la resiliencia: al avanzar frente al riesgo nos sabemos con mayores habilidades para lograr lo que nos proponemos.
- Tomar riesgos nos permite salir de la zona de confort: la vida promedio que solemos llevar avanza hacia un objetivo que, de no intentarlo, no pasaría jamás.
- Asumir riesgos despierta nuestra creatividad: nos motiva a trazar planes, generar soluciones, enfrentar imprevistos.
- Superar nuestros propios límites es otro beneficio cuando intentamos cosas que suponen un reto. Al hacerlo reconocemos habilidades que no sabíamos que tenemos, lo que hace que nos propongamos nuevos límites superados los anteriores. Esto implica crecimiento.
- Los riesgos nos confrontan, nos permiten reconocer realmente qué es lo que queremos y lo que estamos dispuestos a hacer por ello.
CÓMO PERDER EL MIEDO A TOMAR RIESGOS
- Considerar que la vida es un riesgo. Cotidianamente asumimos riesgos por que estamos expuestos a diversas situaciones que así los presentan. Son riesgos comunes que nos han entrenado para afrontarlos.
- El miedo es natural. Hay que asumir que el miedo a la incertidumbre y el futuro es propio de la vida, pero no debe ser un factor paralizador en tanto que nos impide conseguir nuestras metas.
- Confiar en nuestras habilidades. El autoconocimiento será el fundamento que nos ayude a enfrentar nuestros retos. Si nos conocemos y sabemos cuáles son nuestras habilidades podremos confiar en que saldremos delante, aun cuando los resultados no sean los esperados.
- No debemos preocuparnos por los resultados, pues esto es justamente lo que nos detiene. El riesgo es la posibilidad de avanzar y aunque el resultado sea indeseado, nos acercará más a la meta que si no lo hubiéramos intentado.
- Lo siguiente es dar el “salto” con la conciencia de que podemos asumir las consecuencias, sean exitosas o no, porque lo que hemos hecho al tomar el riesgo es derivado de nuestro deseo por lograrlo y, tarde o temprano, paso a paso, podremos conquistarlo.
Ahora bien, si el miedo es mayor se puede comenzar con asumir riesgos pequeños que no supongan grandes consecuencias; hay que ir paso a paso incrementando de forma gradual el nivel de complejidad del riesgo que implique poner en marcha cierta decisión.
RIESGOS POSITIVOS
Es importante reconocer que hay riesgos que asumimos de manera impulsiva y que sus consecuencias serán negativas; por ejemplo, inversiones cuyo mecanismo no conocemos, endeudamientos más allá de lo que podemos pagar, conductas extremas que son nocivas, etc. Estos son riesgos negativos, que más que impulsarnos hacia nuestra metan nos hacen vulnerables a resultados opuestos a los deseables.
Por otro lado, los riesgos positivos nos llevarán a cambios que nos brindan aprendizaje, bienestar y desarrollo. Son riesgos que hemos tomado con conciencia y de manera planeada, no impulsiva.
Tomar riesgos es cuestión de decisión, responsabilidad, autonomía, de autoconfianza y de autoestima.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA