El valor de agradecer nos permite formar mejores lazos sociales, pues a la acción de gracias le secundan otras acciones positivas como la empatía, la justicia y reciprocidad.
Este lunes en Canadá se celebra el Día de Acción de Gracias, una tradición que tiene su origen en 1578, cuando el expedicionario Martin Frobisher, en su último viaje, llevó a cabo una ceremonia formal para dar gracias a Dios. Años después la tradición de la fiesta continúo a medida que fueron llegando más habitantes a las colonias de este país y hoy es una fecha significativa que suele unir a familia y amigos.
Ser agradecidos nos presenta ante la posibilidad de cambiar cualquier situación negativa e incómoda en una positiva y de provecho. Es una especie de acto mágico por su poder transformador en nuestras vidas.
Cuando agradecemos es porque hemos encontrado un motivo para decir “gracias” y ello ya implica la concientización de las cosas buenas que hemos recibido de otros y de la vida misma. Nos ubica en el lado positivo y optimista de la vida aun cuando no seamos conscientes de ello.
Ya el año pasado escribí sobre los beneficios de la gratitud; tanto física como psicológicamente, ser agradecidos tiene efectos positivos en nosotros. Pero también lo beneficios son para los demás y nuestra comunidad.
Al reconocer las cosas buenas que recibimos de los demás y al agradecerlo de forma expresa, fomentamos la empatía, el sentido de la justicia y la reciprocidad. Cadena de valores que fomenta una armonía social más sólida y mejora la calidad de las relaciones en una familia y/o comunidad.
Igualmente, la gratitud hacia los demás es un acto de humildad, es colocarnos en una posición vulnerable al sabernos necesitados de los demás; pero con el valor de pedir y aceptar ayuda.
Dar las gracias, no sólo a la vida o a la divinidad que fundamenta nuestras creencias, sino a aquellos que nos han brindado su apoyo o ayuda, es expresar reconocimiento y aprecio por su favor, lo que a los demás —aun sin que lo esperen— reconforta y alienta a continuar favoreciendo a otros. Así también nos compromete positivamente a nosotros también brindar asistencia a quienes lo solicitan o requieren.
Sin duda esta actitud consolida núcleos sociales más solidarios, generosos y pacíficos.
AL SER AGRADECIDOS…
- Admitimos que necesitamos a los demás.
- Reconocemos las obras de los otros.
- Nos fijamos más en las cosas positivas.
- Podemos ser más optimistas.
- Fomentamos la generosidad y reciprocidad.
- Aceptamos que muchas de las cosas buenas que tenemos nos han sido concedidas por otras personas.