Existen formas en que los padres pueden heredar los miedos a sus hijos o de alguna manera inculcarlos, transmitiendo inconscientemente una serie de mensajes que enseñarán a los niños a temer igual que sus padres.
Al respecto Stanley Rachman señala tres vías de adquisición de temores:
1. Aprendizaje por observación
Un niño que atestigua un miedo expresado por los padres, tutores o cuidadores, tiende a imitar la respuesta frente a situaciones similares.
Por ejemplo, si a la madre le atemorizan las arañas y se aparta de ellas al pasar, el niño imitará a la madre y se apartará con temor de este tipo de insectos.
2. Transmisión de información negativa
El aprendizaje por observación es reforzado por la transmisión de información negativa relacionada con los objetos del miedo.
La madre que teme a las arañas, al apartarse puede expresar verbalmente algo respecto a su temor; por ejemplo “cuidado las arañas pican”. Asimismo, el niño podría recibir información a través de conversaciones, historias o juegos, la cual determina su reacción temerosa a algo.
En este mismo contexto el niño puede aprender a reaccionar y adoptar conductas de afrontamiento inadecuado, como la evitación. Pues cuando la madre se aparta del objeto de temor ella se siente mejor, el niño aprenderá que evitar es la forma de no correr riesgo ante el objeto del temor.
3. Instrucciones de los padres
Los padres ofrecen pautas o instrucciones que guían a los niños a responder de determinada manera ante ciertas situaciones atemorizantes; de tal forma los niños adoptan estrategias de afrontamiento acordes a la indicación recibida y dicha instrucción refuerzan el hecho de que se pongan en práctica.
La madre puede decir “apártate de la araña que puede causarte daño”.
Por otra parte, los padres responden a las manifestaciones de miedo de los hijos con afecto, ira o calma. Esta respuesta es un condicionamiento para los niños. El niño va aprendiendo que el padre o madre responden con muestras de atención y preocupación a sus miedos, lo que refuerza el propio miedo.
Así, podemos observar que ciertamente los padres tienen una importante influencia en los miedos de los niños y la forma en que aprenden a reaccionar al respecto. Por ello es relevante que los adultos trabajen en la adecuada gestión de sus propios miedos y de qué manera lo hacemos frente a los niños, así como la información que les transmitimos.