Podemos identificar algunas claves de cómo lograr la congruencia. La congruencia es cómo encontrar el equilibrio entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos; una de las tareas más difíciles que nos toca cumplir como seres humanos, y que para lograrlo hay que trabajar en diferentes áreas, pero con una visión de conjunto.
Cuando somos congruentes nos queda la sensación de autenticidad, de sinceridad, de que todo en nosotros es coherente; que nuestro ser integral está enfocado hacia un mismo fin.
«En mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy.»
Carl Rogers
Como otras condiciones que definen la búsqueda de la plenitud, el hallar la congruencia está estrechamente vinculado con la inteligencia emocional y el autoconocimiento. Este balance que la congruencia implica es reflejo de nuestros pensamientos y emociones sustentados desde la conciencia.
No obstante, por alta que sea nuestra aspiración a lograr la congruencia, no basta tomar la decisión de serlo —aunque ello es fundamental para dar inicio a la transformación—. La congruencia es producto de un desarrollo individual, donde se busca alcanzar metas personales, donde se avanza de la dependencia infantil a la independencia madura, de la no responsabilidad a la responsabilidad. Un proceso de individualización y equilibrio.
Cómo encontrar el equilibrio
La congruencia requiere mucho trabajo personal, tanto como deshabituarnos a pensamientos y comportamientos aprendidos que atentan contra la coherencia, así como adoptar conscientemente ciertas posturas frente a la vida.
- Elegir ser conscientes, elegir pensar, optar por ver el mundo con ojos y criterio propio.
- Asumir una postura personal frente a los acontecimientos, basado en el análisis individual.
- Trabajar el autoconocimiento: Las emociones y pensamientos, tan importantes al tomar decisiones o resolver problemas, no surgen de la nada, sino tienen un origen específico que está en dentro de ti, en tu historia de vida, en tu experiencia, en tus prioridades, etc. Y sólo en el autoconocimiento es cuando puedes encontrar la razón de esas decisiones que te han llevado por determinado camino, a veces cierto a veces errado, pero que a la larga no es necesariamente definitivo.
- Responsabilizarnos de nuestra propia existencia, ser autónomos en todos los ámbitos, para poder armonizar sólo lo que nos es propio. De tal forma, podremos ser responsables de nuestros pensamientos, actos y emociones.
- Aceptar ser individuos, únicos y diferentes al resto para no dejar de ser nosotros por complacer. Dejar de ser nosotros mismos es el primer acto de incongruencia.
- Ser congruentes es también autorregularnos, hacernos del control y dirección de nosotros mismos en vez de dejarnos dominar por otros a los que, además, habremos de endosar nuestra responsabilidad. Lo que a la vez nos hace cada vez más libres, porque nos atenemos a nuestra propia voluntad.
- Considerar que la congruencia es un acto personal, que nadie puede pensar y sentir por nosotros; nadie puede dar sentido a nuestra existencia más que nosotros.
- Pensar en el otro es también congruencia; la empatía y la consideración para los otros, nos lleva a tener un mejor equilibrio con los demás que es parte de nuestra propia coherencia.
- Mantenerse en constante autoexploración. La congruencia debe volverse un estilo de vida; asunto que no siempre es fácil porque partimos de la voluntad de cambiar algo que antes no éramos (en más de las veces) y adoptar una nueva forma de ser. Pero una vez que se ha tomado la decisión de cambiar hacia la congruencia, hay que hacer autoevaluaciones constantes para validar esa congruencia o rectificar.
- La práctica de la congruencia implica la disposición de hacerme responsable de los valores por medio de los cuales conduzco mi vida.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA