La autocrítica puede ser un camino de crecimiento personal, que sin embargo no todos podemos asumir, ya que reconocer nuestras fallas nos causa vergüenza, miedo al rechazo e incluso algo de soberbia; nos hace sentir vulnerables y nos exige ser responsables de nuestros actos. Lo que no es fácil de afrontar.
Ser autocríticos es tener la madurez y valor de reconocer nuestros errores, admitirlos y posteriormente buscar corregirlos, entendiendo sus causas. Esto nos permite conocernos mejor, saber lo que somos capaces de hacer (o no) y mejorar nuestra convivencia con otras personas en nuestro entorno.
No obstante, la autocrítica con frecuencia es vista como una conducta negativa que lastima, que se enfoca sólo en los errores, fallos y debilidades; con la que nos sometemos a severos juicios e incluso autocastigos.
Pero no debería ser así, la crítica es una serie de juicios producto de un análisis de cierta situación o acciones, y que pueden resultad positivos o negativos de acuerdo a cómo asumamos una postura frente a ello; mas en el mejor de los casos debería ayudarnos a corregir nuestro comportamiento impulsándonos al crecimiento.
En la autocrítica, este análisis se realiza en el orden individual sobre el comportamiento o actos personales. Es ser capaces de entender el trasfondo de nuestro comportamiento, las motivaciones y las formas en que hemos hecho las cosas, para identificar en los resultados los aciertos que nos pudieran llevar al éxito y/o los desatinos que nos han llevado al fracaso, para corregirlos y librar situaciones similares futuras.
Aunque debemos considerar que la autocrítica debe estar sustentada en la objetividad y la autoestima, de lo contrario ésta puede convertirse en un juicio severo constante que lacere a la persona y le cause culpa, frustración e incluso depresión; porque en estos casos la mirada de los errores suele ser negativa e inquisidora.
¿Para qué sirve ser autocrítico?
La autocrítica nos puede permitir valorar los puntos negativos y positivos en cada hecho, desarrollar la capacidad de autoanálisis que nos permite aprender de los errores, corregir o atenuar las debilidades y aprovechar las oportunidades de crecimiento. Sin autocrítica no se da el crecimiento personal.
Este valor nos hace responsables, maduros y preocupados por mejorar; así también nos permite ser conscientes de la forma en cómo nuestros actos afectan a los demás. Es una práctica sana de la cual aprendemos a ajustar nuestro comportamiento, mejorando aquello que puede ser mejor.
Al faltarnos esta conciencia crítica seremos incapaces de crecimiento y de alcanzar madurez. No ser autocrítico nos puede volver ególatras, faltos de empatía, además de inmaduros.
¿Cómo practicar la autocrítica sanamente?
- Sé consciente de ti mismo.
- Cultiva tu autoestima de forma que no temas al error.
- Dale peso equitativo a tus errores como a tus éxitos.
- Asume que errar es natural, que todos lo hacemos y no te hace menos
- Aprende a reconocer tus errores y a sumir sus consecuencias.
- Ten una visión crítica, analiza las condiciones de tus actos.
- Rescata de tus actos aquellas oportunidades para mejorar
- Procura corregir tus actos.
- Pide disculpas y/o perdónate a ti mismo.
- Sigue adelante, no te quedes atorado en tu error.