La manera en cómo influyen las emociones en el rendimiento escolar de los niños y jóvenes es definitivo. Lo que éstos sienten y experimentan emocionalmente durante el proceso de aprendizaje en el entorno educativo es un factor elemental en su éxito o su fracaso académico, es por ello que, en este contexto, debe privilegiarse el desarrollo de la inteligencia emocional.
Expertos en temas pedagógicos y emocionales tenemos claro que, cuando se incorpora una atención al factor emocional, los resultados escolares de niños y jóvenes son superiores a los que se dan en procesos donde el un punto de vista es impersonal y carente de una visión afectiva.
Cuando los estudiantes experimentan emociones llamadas positivas, como satisfacción, orgullo, reconocimiento, son más capaces de desarrollar mejor sus tareas, solucionar problemas y favorecer la autorregulación. Por el contrario, las emociones negativas, como la frustración, el enojo y el rechazo, interfieren en el rendimiento académico, la resolución de exámenes, e incluso puede darse la deserción escolar.
¿Cómo influyen las emociones en los procesos de aprendizaje?
Las emociones tienen impacto en el conocimiento e interpretación del mundo que nos rodea; nos motivan a determinadas acciones y afectos cuando interactuamos con los otros y con el ambiente. Al guiar nuestros pensamientos y acciones, las emociones poseen una función reguladora que nos ayuda a adquirir los patrones de la conducta adaptativa.
De tal modo, la mayoría de las personas actuamos dependiendo de la situación, pero también del humor que poseemos en ese momento; lo que explica la influencia de las emociones en el proceso de atención-memoria-motivación-aprendizaje, propios del éxito o fracaso escolar.
Las emociones influyen en la capacidad de atención; cuando algo le preocupa, se siente ansioso o excitado por algún acontecimiento de relevancia para el niño o joven estudiante, se verá afectada su capacidad de atender a la materia de clase.
Al verse afectada la atención, también se ve afectada la memoria. Asimismo, el estado de ánimo puede interferir en la recuperación de información en determinados momentos; por ejemplo, en los casos del estrés que genera tener que presentar un examen y que puede producir un “bloqueo”.
Por otra parte, las emociones facilitan el uso de estrategias de aprendizaje para la elaboración y organización del material y el pensamiento crítico que requiera un mayor nivel de análisis de parte del niño o joven en etapa escolar.
También las emociones pueden influir en la autorregulación, el seguimiento, la implementación de estrategias de aprendizaje, y la motivación del estudiante.
¿Cómo ayudar al niño a gestionar las emociones en el ámbito de educativo?
La atención y motivación, así como el interés y dedicación hacia el aprendizaje pueden favorecerse y promover resultados exitosos si se diseñan los entornos de aprendizaje toman en cuenta las emociones del estudiante y se les ayuda a gestionarlas.
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Estas son algunas estrategias para estimular el desarrollo de la inteligencia emocional en el estudiante.
- Dejar que los niños y jóvenes estudiantes expresen sus sentimientos y emociones, así como que los adultos escuchen activamente y también expresen las suyas.
- Demostrar que la persona es importante; expresarlo no sólo con palabras sino con contacto físico afectivo, dedicando tiempo, escuchando con atención y comprensión.
- Inculcar la tolerancia a la frustración enseñando que en la vida no siempre se puede tener todo lo que queremos; cultivar la paciencia y saber esperar: así podemos educar en el autocontrol y el autodominio.
- Promover la asertividad y evitar que sean reactivos. Hacerles ver que es importante primero pensar sobre las cosas buenas y malas que nos suceden y luego actuar de forma asertiva, sin lastimar a otros.
- Motivarlos y desarrollar su capacidad de automotivarse, fomentar la habilidad de despertar la estimulación para llevar a cabo tareas vinculadas al optimismo y autoestima.
- Reconocer y señalar las actitudes y acciones positivas, así como señalar con firmeza que algo está mal cuando algo es negativo.
- Motivar la empatía ayudándolos a poner en el lugar de otros y a pensar cómo se sentirían en la situación de los otros.
- Privilegiar el diálogo sobre el conflicto; enseñarlos a que la forma de solucionar el conflicto o algún problema es a través del diálogo asertivo. Decir lo que se siente es una forma de evitar el conflicto y hallar solución.
- Hacerles ver que su disposición empática hacia los otros, la comunicación asertiva que entable con los otros, así como el conocimiento de sus emociones son principios que le ayudarán a influir positivamente en otras personas y ello consolidar su espíritu de liderazgo que motiva una autoestima positiva.
- Al destacar los aspectos positivos del niño o el joven estudiante y al evitar juzga sus errores o etiquetarlo, se le enseña con una visión positiva que seguramente aprenderá, además de fortalecer su autoestima.
Al consolidar la autoestima, inteligencia emocional y asertividad, los niños y jóvenes podrán encaminarse a resultados favores sin miedo al éxito.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPEUTA