Una familia tóxica básicamente es aquella que daña, deja huellas emocionales y genera dependencia en los miembros que la conforman. Pero el fenómeno de la familia disfuncional es más complejo que definirla como lo he hecho, y lo es especialmente porque se trata de personas unidas, generalmente, por fuertes lazos de sangre o afectivos que usan la agresividad, el control y la manipulación para vincularse.
No obstante, las características de una familia tóxica tienen que ver con la dinámica y el grado de destructividad que cada una presenta, no olvidemos están integradas por individuos que en este aspecto también son únicos en la expresión de su toxicidad.
En el seno de una familia tóxica, generalmente, los hijos son víctimas de constante agresión psicológica e incluso física (aunque no necesariamente); la consecuencia de ello se manifiesta en diversas formas, pero queda claro que daña el desarrollo del individuo.
Dentro de los patrones comunes que caracterizan a las familias disfuncionales encontramos:
Invasión del espacio vital de las personas
La familia tóxica se inmiscuye de tal manera en la vida de sus miembros que rompe con cualquier condición de individualidad y privacidad. Hay presión hacia sus miembros y una fuerza coercitiva que los obliga a actuar de determinada manera aun en contra de su voluntad.
La unión familiar más que un sentimiento de solidaridad es producto de la obligación; lo que resulta en una carga, pero también en una pérdida de la individualidad (del yo, pasamos a ser sólo nosotros).
Entonces veremos actitudes extremas de sobreprotección (todo el tiempo los miembros de la familia tienen el ojo puesto en los otros para ver qué hacen y cómo, etc.) o, por el contrario, se vive mucha agresión a través del hostigamiento constante.
La consecuencia de ello está en personas que ven mermada su individualidad, que siempre buscan aprobación de otros, y con incapacidad para el desarrollo afectivo y social.
De la sobreprotección a la indiferencia
Como ya he hablado previamente, la sobreprotección no es cuidar a los otros, sino invalidarlos. Sobreproteger a los otros es, de alguna manera, tomar el control de sus vidas, quitarles autonomía y libertad, así como generar dependencia. Esto a la postre dañará emocionalmente de diversas formas, restando toda la confianza y valía personal a la víctima de esta condición.
Las personas a las que se les ha hecho sentir inútiles con la sobreprotección difícilmente dejarán a la familia puesto que la necesitarán para que satisfagan aquello que creen son incapaces de hacer. Esta sobreprotección es resultado también de la manipulación.
Lo opuesto a la sobreprotección es la indiferencia, en lugar de hacerse cargo de los miembros de la familia de manera extrema, se les abandona. Entonces surge así una sensación de nulidad y falta de valía que lacera a la víctima de toxicidad.
Evasión: si no hablamos de ello no existe
Solemos decir, lo que no veo no existe; en este caso lo que no se dice, no existe. La evasión emocional es otra de las características de la familia tóxica. Los conflictos no se abordan de forma directa, se guardan secretos cuya información puede ser útil para chantajear o manipular, o simplemente se adopta una aparente indiferencia.
La comunicación en la familia disfuncional está completamente distorsionada, no es asertiva y puede llegar a ser pasivo agresiva, donde hasta los silencios comunican (no siempre cosas positivas). Asimismo, puede haber ambigüedades que se presten a confusión o mala interpretación.
Como sabemos, las relaciones con una mala comunicación tienden a fracasar, pero en el ámbito de la familia, además, tienden a lastimar.
Rigidez vs límites difusos
Existe una falta de flexibilidad que impide el cambio, que ciñe a roles y comportamientos muy específicos sin rango de acción posible. La rigidez para las personas tóxicas puede dar sentido de orden y control, en tanto que la flexibilidad es débil a sus ojos.
Ante la rigidez, en el opuesto se ubica a la laxitud, que también es una manifestación de indiferencia. No hay límites no hay normas, no hay regulación emocional.
Los límites han de ser el marco de contención de la vida infantil durante el crecimiento, en este marco los niños desarrollan su personalidad y autonomía, así como adquieren habilidades sociales y herramientas con que enfrentar al mundo. Al no tener estos límites, el individuo se sentirá perdido y carente de seguridad.
¿Qué hacer con una familia tóxica?
Cuando uno de los miembros de la familia es infeliz y se ha dado cuenta de que su relación familiar no está bien, debe poner un límite. Lo que no le será fácil de inicio puesto que la misma familia intentará manipularlo de nuevo o chantajearlo.
Ante de romper definitivamente con la familia se debe tener empatía, paciencia y diálogo, hay que trabajar con la asertividad y el respeto.
No obstante, cuando se da una familia tóxica es que los padres o ancestros han tenido antecedentes con la toxicidad y por ello el problema puede tener hondas raíces, por lo que el ideal sería que sus miembros individualmente o en su conjunto, pidan ayuda con un profesional de la salud emocional, puesto que las secuelas de crecer en una familia tóxica pueden ser, incluso, graves.