¿De qué sirve el arrepentimiento? Generalmente esta pregunta tendría un “Para nada” por respuesta; sin embargo, veamos qué hay detrás de esas veces que nos arrepentimos y por qué podemos darle una utilidad a esta emoción.
Hay incontables frases que habremos leído o escuchado en las que nos hacen hincapié en la inutilidad del arrepentimiento. Frases populares como “el hubiera no existe“, o citas de personajes históricos como la de Maquiavelo: “Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse“.
El arrepentimiento, está vinculado a nuestras decisiones —y la vida es decisiones—, así que acumula en nuestros hombros una total responsabilidad y de ahí que pese tanto. Arrepentirse se cimenta en la consecuencia equívoca o fracaso, luego de la elección que hacemos; se acentúa a veces con la culpa o con la frustración. Asimismo, el arrepentimiento tiene un estigma social que parecería señalarnos; es visto como una emoción negativa, como la tristeza o el enojo.
Landman define al arrepentimiento como “un estado emocional y cognitivo de mayor o menor dolor, de sentimiento de pena por la mala suerte, las limitaciones, las pérdidas, las transgresiones o los errores. Es una mezcla de sentimiento y de razón, de razón y emoción. Las materias que se lamentan pueden ser pecados de comisión o de omisión y pueden ir desde lo voluntario a lo incontrolable y accidental. Pueden ser actos ejecutados o mentales, cometidos por uno mismo o por otras personas o grupo. Y pueden ser transgresiones morales o legales o asuntos neutrales moralmente”.
Al resultado negativo o no esperado de nuestras decisiones le siguen los pensamientos que inciden en el malestar que nos provoca el arrepentimiento, puesto que éste suele enfatizar que hemos cometido un error. Se dispara automáticamente el pensamiento que nos muestra escenarios alternos en los que las cosas pudieran haber sido diferentes y surge “el hubiera”. Luego viene el pesar y desasosiego; pero también la culpa.
Así, podemos observar que las emociones que nos surgen con el arrepentirnos son diversas y, con frecuencia, incómodas o dolorosas. Y pareciera que sentirlas es en vano; mas arrepentirse no es más que otra cosa que la oportunidad de aprender sobre nosotros mismos para que, a la larga, tomemos mejores decisiones.
El arrepentimiento tiene un papel importante en nuestra vida, y no sólo como una mirada al pasado, al que ya no podemos modificar —y de ahí nuestro pesar—, sino porque nos permite situarnos en el presente para asumir nuestras decisiones y hacernos responsable de éstas. Y también es importante para el futuro: sin arrepentimiento no aprenderíamos o podríamos afrontar ciertas consecuencias.
El cerebro genera estructuras basadas en nuestras experiencias pasadas, el arrepentimiento también forma parte de este bagaje. Todos nuestros arrepentimientos se guardan en la mente, son parte de nuestra historia y una significativa herramienta para mejores decisiones. Es parte de los mecanismos que nos permite decidir los cursos de acción.
Para sobrellevar el arrepentimiento, debemos reconocer las motivaciones de éste, así como de las decisiones que tomamos; de tal forma podremos hacernos responsables de nuestra realidad y asumirla como parte, ya de nuestra historia. El arrepentimiento, deben igualmente ir acompañado con el auto-perdón, la tolerancia a la frustración y el serio compromiso del aprendizaje de la experiencia para lograr el crecimiento personal a través de ello.