Dar y recibir en la relación de pareja es lo que da lugar al vínculo que, tarde o temprano, originará un nuevo sistema familiar. No obstante, esta relación debe mantener el equilibrio adecuado para que los lazos sean lo más saludables posibles.
Bert Hellinger —padre de las Constelaciones Familiares— nos dice que la pareja es una relación de igualdad en la que sus miembros deben procurar un intercambio de equilibrio y justicia para preservar la paridad de rango entre ellos. El dar y tomar, como ley de las relaciones, permite que las personas que integran la pareja estén al mismo nivel, en donde ambos están en condiciones de igualdad y cualquier falta tiene que ser compensada para lograr mantener el equilibrio.
Aprendemos del respeto y la correcta relación entre el dar y el recibir, que se ha dado entre nuestros ancestros y que es necesario para que exista afinidad, complicidad y amor.
Una base de la pareja exitosa está en que ambos consideren que tienen el mismo valor. La pareja se forma con dos seres adultos que se pueden mirar de igual a igual. Ninguno es más grande o pequeño que el otro. Para cada uno eso consiste en reconocer y decir al otro “te necesito”; y haciéndolo, los miembros de la pareja velan por la armonía entre dar y recibir.
La única pareja posible no está en la simbiosis de dos egos infantiles sino la colaboración de dos conciencias libres.
El hombre permite que la mujer le regale aquello que, por ser hombre, le falta. Y la mujer permite que el hombre le regale lo que a ella, por ser mujer, le falta. A cada uno de ellos le falta aquello que el otro tiene, y cada uno puede dar lo que el otro necesita. En la pareja lo que crea amor es que cada uno tome activamente lo que el otro le da.
Cuando cada uno toma lo que el otro le da, nadie es mejor o menos que el otro. Se instaura una equivalencia y el orden se establece.
Perder el equilibrio entre lo que se da o se recibe rompe con la armonía de la pareja y hace que fracase: dar mucho puede generar en el otro un sentimiento de deuda y empequeñecerlo. Es mejor dar lo que el otro puede devolver de alguna manera, puesto que con el intercambio fértil crece la felicidad. Asimismo, si una de las partes es la que da y la otra solamente toma: se disuelve la relación, pues el que da más se siente frustrado y poco nutrido en la relación.
Cuando uno da, el otro lo toma, y gracias a su amor agrega algo a aquello que ha recibido y lo regresa. Y el otro agrega algo más porque ama y regresa eso. Así se fructifica el amor.
Crecer es tomar algo nuevo e interiorizarlo. Lo nuevo empieza a ser parte de mí: así crezco. Sucede así en la relación de pareja, tomando al otro tal cual es. Si lo tomo de esa manera, él se convierte en una parte mía y yo en una parte suya.
La felicidad en una relación depende de la medida en que se toma y se da. Es indispensable que cada miembro tome la responsabilidad de tomar lo justo y de dar lo justo.