Hacerte preguntas para cambiar de perspectiva puede ser un nuevo hábito que te lleve a mejorar la forma en que soluciones situaciones que te causen problema. Preguntarte te ayudará a encontrar una nueva perspectiva de las cosas.
Se dice que “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Seguramente alguna vez te ha sucedido que te encuentras en una encrucijada, un mal momento o te gana la cotidianidad y estás aburrido o aburrida; buscas algo que cambie tu situación o dé solución al problema, pero estás bloqueada, bloqueado, y no sabes cómo salir de esa especie de círculo vicioso en la que te encuentras.
Estamos acostumbrados a pensar de cierta manera, tenemos hábitos y creencias, prejuicios y preconcepciones del mundo que limitan, con frecuencia, nuestro pensamiento. Por ello a veces es bueno contar con una ayuda para ubicarnos en otra perspectiva, ver el problema o situación de otra manera y generar ideas que, como dicen, “salgan de la caja”.
Por ello hoy te propongo estas siete preguntas, a manera de guía, para cuando necesites tener otra panorámica de las cosas.
PIENSA DIFERENTE:
1. Si tengo que cambiar el punto de vista ¿cuál sería esa nueva visión?
Por ejemplo, en tus finanzas personales ya no te alcanza el dinero y no tienes con qué ahorrar. Tal vez una visión diferente sería no ahorrar sino ¿cómo generar más dinero? Aquí habrías cambiado la dirección de tu pensamiento: en lugar de pensar en el ahorro, estarías pensando en generar ingresos.
Esta pregunta te motivará a encontrar los diversos ángulos con los que puedes ver una situación, te llevará a cambiar tus creencias, y ubicarte en una posición diferente. Con tus respuestas podrás descubrir puntos fuertes tanto en el tema o en ti, y verás cosas que antes no eras capaz de ver.
2. Otra forma de habituarte a pensar diferente es cuestionarte sobre la situación desde la perspectiva de otra persona o si otro fuera el del problema: ¿Qué consejo te darías a ti mismo?
A veces estamos tan cerca del problema que no logramos ver el panorama completo, pero si te preguntas algo como esto te obligarás a ampliar tu visión. Pero si no es suficiente preguntarte qué recomendación te darías a ti mismo, pregúntate ¿cómo solucionaría el tema una persona en la que confías?
Y si lo miras como si fueras otra persona cómo te ayudaría. Considera ¿qué te diría tu hermana? —uno siempre sabe lo que diría tu gente cercana—. ¿Qué haría tu amigo el veterinario en tu caso?, ¿tu maestro de literatura cómo lo resolvería? O bien, ¿qué haría en un caso así una persona exitosa o que admiras?
3. ¿Cuántos puntos de vista puedo encontrar pensando de otra manera?
Hacer una lista numerada de todas las ideas que te ocurran será útil para conservar un método, que a la larga puedes hacerlo un hábito. Escribe todo lo que se te ocurra, sin límites sin censura. Luego pregúntate: ¿Cuál es la perspectiva más obvia? ¿Cuál es la más descabellada? ¿Qué ideas son los más difíciles de realizar o imposible? ¿Qué es lo más fácil para ti? ¿Cómo enriquecen estos puntos de vista al tuyo? ¿Hay soluciones concretas a tu situación?
Sigue preguntándote sistemáticamente:
¿Ya lo pensé todo, o estoy ignorando alguna solución? ¿Hay alguna solución que no esté considerando? ¿Qué me falta?
4. ¿Qué hay de bueno en mi perspectiva y qué hay de malo?
Responder a ello te hará tomar consciencia de la totalidad del tema: lo bueno y lo malo. Así que enlista también las cosas buenas y las cosas malas. Te dará herramientas para autoevaluarte y tener otra manera de ver tu propia forma de hacer las cosas.
Por supuesto deberá llegar el momento en que dejes de preguntarte, de lo contrario nunca resolverás esa situación que te abruma, pero si has logrado hacer este pequeño proceso de cambio en tu pensamiento, podrás descubrir cosas de ti mismo, de ti misma, que te ayudarán a dar el siguiente paso y afrontar la realidad que, para este momento, ya debes conocer muy bien.
5. ¿Qué debo cambiar dentro de mí para asumir el tema de forma positiva y con vistas a una resolución?
Ante las situaciones que definen tu destino tu sientes, piensas, actúas de determinada manera; tienes buenos y malos hábitos, pero puedes hacerlo aún mejor. Para que el rumbo sea el que buscas tendrás que enfrentar el cambio y eso te puede afectar no sólo en la forma en que piensas sino también en los tópicos que estás acostumbrado a pensar: si siempre eres pesimista, tendrás que llevar tu mente a encontrar aspectos positivos, por ejemplo.
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Tal y como aprendimos a caminar, a hablar, a comprender el entorno y su funcionamiento, así mismo es necesario…
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