El concepto de egoísmo sano nos invita a revisar la idea que tenemos respecto a lo malo que puede ser pensar en nosotros o no. Algo que con frecuencia se nos dijo, particularmente en la cultura occidental.
SI TIENES LA CAPACIDAD DE AMAR, ÁMATE A TI MISMO PRIMERO:
C. BUKOWSKI
¡No seas egoísta, préstale tu juguete! ¡No seas egoísta, dame de tu almuerzo! ¡No seas egoísta, llévame de vacaciones! ¡No seas egoísta!
Desde temprana edad nuestro entorno social nos dice frases como éstas, con un subtexto de que el egoísmo es algo que debes evitar a toda costa, que serlo es de “malas personas”, que es un asunto definitivamente negativo, no importa cuanto de nosotros exija el “no ser egoístas”.
Al mismo tiempo, iniciar una frase con algo así sería el preámbulo a una posible manipulación emocional, pues usarla nos deja claro que si no hacemos lo que nos solicitan de antemano seremos calificados como “egoístas”, lo que equivaldría a ser malas personas. Así que nos dejan poco margen para negarnos; sobre todo si la frase la hemos venido escuchando desde la infancia e incluso haciendo réplica de ella con otros, tal como lo hicieron con nosotros.
Ante un “no seas egoísta” algunos podríamos ceder a la “tentación” de complacer a otros en busca de aceptación, de valor, etc.
Recientemente, sin embargo, se ha dado un nuevo enfoque a la cuestión del “ser egoístas” y qué tan malo es serlo un poco. En 2007 Rachael y Richard Heller publicaron el libro Egoísmo Sano con el que ponen el tema en la mesa de discusión. ¿Se puede ser un poco egoísta de manera sana emocionalmente hablando?
Los autores definen el término así:
“El egoísmo sano consiste en respetar las propias necesidades y sentimientos aunque los demás no lo hagan. Sobre todo si los demás no lo hacen”.
Así, ser egoístas de una manera saludable comienza con reconocer nuestras propias necesidades: no sólo en términos de conocerlas, sino de asumir que frente a las necesidades de los demás y es importante primero satisfacer las propias.
En términos emocionales, por ejemplo, nadie puede dar amor si no sabe cómo hacerlo y éste comienza siempre en uno mismo.
Pensar primero en nosotros nos permite tener una buena imagen de nosotros mismos, mantener una autoestima saludable, y saber establecer límites frente a los demás, así como nosotros mismos respetar esos límites.
Ser un egoísta sano nos pide, asimismo, ser asertivos, porque en muchas ocasiones tendremos que decir NO, o poner nuestras prioridades antes que las de los demás, incluyendo nuestros padres o nuestros hijos, por duro que parezca. La asertividad será la herramienta básica para poder comunicar estos límites sin pasar encima de los demás.
Una manera saludable del egoísmo nos evita también la culpa, que con frecuencia nos embarga cuando la gente nos pide “favores” y nosotros no podemos o no queremos hacerlos, y no por ello somos egoístas; incluso la culpa es la que nos hace actuar a pesar de nuestros propios deseos.
Pero también hay que considerar que el egoísmo sano no pierde de vista a los otros, en sus necesidades, sus deseos o límites. Ello implica ser congruente y empático.
Si consideras que aún te cuesta trabajo no ceder frente a peticiones que ponen en juego tu imagen de egoísmo, o bien te gustaría pensar más en ti misma, en ti mismo, aumentar tu autoestima y aprender a establecer límites frente a los otros, yo puedo ayudarte. Conoce cómo podemos hacerlo juntos aquí>>
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