El descanso emocional es indispensable para cuidar de nuestra salud mental; aprender a despejar los pensamientos, delegar y gestionar nuestras emociones es fundamental para disminuir el estrés emocional.
Hace algunos días escribí del estrés emocional; ese momento en que las emociones nos abruman, nos volvemos aprehensivos y podemos mantenernos en constante tensión pues somos presas de sentimientos que percibimos de forma negativa, con consecuencias atroces incluso para nuestra salud física. Ante ello, ¿podemos tomarnos vacaciones emocionales?
Por supuesto las vacaciones emocionales no están incluidas en las prestaciones laborales ni necesariamente se pueden hacen reservaciones en un hotel emocional. A veces tendrás que descansar incluso en medio de tu agenda laboral y familiar, así que para aliviar tu estrés emocional es mejor que te comprometas contigo misma, contigo mismo, y te tomes el tiempo que necesitas.
Veamos algunas ideas de cómo darnos un descanso emocional:
- Reconoce que tus emociones te han superado. Si te sientes ansioso, ansiosa; estás demasiado cansado o cansada, estallas sin aparente motivo, tal vez es momento de que te des vacacione emocionales.
- Date un tiempo. Muchas veces este cansancio emocional que padecemos es porque nos entregamos a todos los demás: el jefe, los amigos, los hijos, la pareja, los padres; y nosotros somos atendidos hasta el final. Nuestras necesidades siempre las postergamos. Por ello hoy te toca darte un espacio para ti. Unos minutos al día para dedicarlos a lo que más desees.
- Crea un sitio al que llamo “cozy corner“. Un lugar especial —aunque sea pequeño— en tu casa, tu oficina, tu jardín, donde puedas estar justamente contigo mismo, contigo misma y puedas dedicar un tiempo para disfrutarlo.
- Vacíate de pensamientos. Aprende a disfrutar de hacer nada, de estar ocioso u ociosa. Intenta vaciar tu cabeza (como cuando arreglamos los cajones, que primero sacamos todo para luego acomodar cada cosa en su lugar). Te podrá ayudar aprender técnicas de relajación o meditación para que de verdad puedas estar sin el frenesí de la actividad laboral o la angustia de quien quiere tener todo bajo control.
- Acomoda cada cosa en su sitio. Si has sacado todo “del cajón”, ahora analiza lo que sirve y lo que no sirve. Muchas veces guardamos emociones como miedos a lo que ni siquiera hay posibilidades de que pase, y que no nos sirve de nada; otras veces guardamos asuntos que ni siquiera son nuestros. Separa las emociones en las que no te sirven y las que te pueden servir para crecer o sentirte mejor. Acomoda todo en su lugar.
- ¡Delega! Y hablando de tener el control, eso es otra cosa que debemos aprender, a que el único control que podemos tener es de nosotros mismos. Habitúate a delegar, haz que otros se ocupen de aquellas tareas que pueden hacer y que no es del todo necesario que hagas tú. Hazlo tanto en el trabajo como en casa. Así podrás tener menos responsabilidades que te abrumen y más tiempo para ti.
- ¡Pide ayuda! Un factor importantísimo del descanso emocional es asumir el momento en que requieres que otro(s) te ayude(n). Un tema difícil porque a veces pedir ayuda es como aceptarnos “incapaces”, “débiles”, “insuficientes”. Si es tu caso, considera qué es lo que pasaría si pides ayuda y los otros te auxilian de buena voluntad. Esa ayuda es un bien que te estarías negando en perjuicio de tu salud emocional.
Y si otros no son capaces de ayudarte porque no sepan cómo hacerlo y aún te superan tus emociones, dialoga con un profesional experto que te acompañe en el proceso de gestión de esas emociones que te estresan y afecten tu salud.
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