Estas 8 creencias limitantes que arruinan nuestra vida deben desterrarse de nuestro complejo de ideas adquiridas en la infancia.
Es que así soy yo… Es que yo no puedo… Es que eso es muy difícil… Es que no lo merezco…
¿Cuántas veces hemos dicho estas frases sin ser conscientes de lo que causan en nuestra vida?
Desde la infancia, vamos adjudicándonos creencias que nos limitan. Un paquete de información que asumimos como irremediable verdad, pero que sólo impide nuestro desarrollo en plenitud.
Las creencias limitantes son una forma de ver el mundo y la realidad que nos impide avanzar hacia sus objetivos y crecer como individuos. Se trata de una serie de ideas que, pese a no estar basadas en la realidad, validamos como ciertas y configuran el modo en que nos relacionamos con el mundo.
Ya desde edades tempranas, las creencias limitantes nos hacen reproducir patrones que interfieren con nuestras relaciones personales, con el mundo y, en general con la vida, y que están vinculadas con la forma en que se nos ha educado o lo que el entorno nos ha mostrado a través de los años. No obstante, no son una verdad absoluta y podemos revertirlas para vivir con mayor autenticidad.
8 creencias limitantes que arruinan nuestra vida
Todas aquellas ideas que nos impiden aventurarnos hacia experiencias diferentes o ahondar en la novedad son las creencias limitantes que habitan nuestra mente. Para identificarlas hay que analizar si en nuestro lenguaje cotidiano o en diálogo interno utilizamos frases como:
- No merezco…
- No puedo…
- No tengo derecho a….
- No valgo para…
- Es imposible conseguir…
- Soy incapaz de…
- Es difícil hacer….
- No es correcto/No está bien…
Estas frases están construidas con una estructura bloqueante que nos impide fluir con la vida. La mayoría de ellas, parten de una negación, de un impedimento. Deshabilitan nuestro potencial.
Lo más grave es que las decimos prácticamente a diario y sin darnos cuenta. Las expresamos con tal naturalidad, como si fueran una realidad, sin percatarnos la fuerza que tienen en nuestra existencia. Sin sospechar que el cerebro no sabe que no son reales pero las asume como una verdad sin cuestionarlas y se comporta en consecuencia.
¿Dónde se originan estas creencias?
Adquirimos las creencias limitantes en la infancia, cuando somos fácilmente programables y cuando las ideas se graban automáticamente en nuestro subconsciente. Especialmente durante el proceso de socialización: antes de los 7 años, al no intervenir la mente consciente y racional, todo lo que vemos y oímos lo grabamos y archivamos directamente, sin cuestionarlo.
¿Cómo arruinan mi vida las creencias limitantes?
Aunque en la vida es importante y natural tener una ideología que nos permita entender el mundo en el que vivimos y la forma en que nos vinculamos con ella, no siempre la calidad de nuestras ideas es idónea para la vida.
Me refiero a la calidad de las creencias en cuanto a que lo mismo existen aquellas potenciadoras que nos abren y nos expanden a la plenitud, que nos conectan con todas las posibilidades y empoderan; pero también hay aquellas que nos constriñen y reducen nuestras posibilidades. Las creencias limitantes arruinan nuestra vida al impedirnos realizar nuestras metas.
Hay que tomar en cuenta, que las ideas que nos limitan suelen estar marcadas por nuestros traumas, dolores, desengaños, heridas y duelos no resueltos. Por tanto, nos anclan a un determinado momento que consideramos la única verdad y nos atan a ello. Entonces es el trauma, el dolor, el desengaño, etc., el que dirige nuestras vidas.
Cuáles son las consecuencias de las creencias limitantes
Hacer caso a las creencias limitantes tiene algunas de estas consecuencias:
1. Pérdida de oportunidades de crecimiento y de conciencia en todos los ámbitos de la vida.
2. Condicionamientos en la relación de pareja.
3. Falta de aprecio hacia aquello que nos da más valor.
¿Cómo cambiar las creencias limitantes?
Aunque necesitamos una práctica constante, romper con las creencias limitantes no es tan complicado si así lo deseamos. Estas tres claves básicas te pueden ayudar.
- Identificar la creencia que nos está limitando. Preguntarnos: ¿En qué me perjudica? ¿En qué me beneficia? ¿Cómo sería mi vida sin esta creencia?
- Sustituirla por una creencia potenciadora o estimulante, y preguntarnos ¿cómo sería mi vida si creyera esto nuevo?
- Entrenar o repetir la nueva creencia hasta incorporarla. La parte que requiere más constancia.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA