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Al conocer estas consecuencias emocionales del acoso sexual podremos ayudar a las personas agredidas y empatizar con el sufrimiento que viven día a día.

Hoy más que nunca se habla del acoso sexual y se visibilizan cada vez más casos sin importar el ámbito del que se trate.  Escándalos en el mundo del espectáculo, los deportes y la política han dejado claro que éste ha sido una práctica constante, que deja en total vulnerabilidad a la víctima. 

Las personas perjudicadas por esta forma de abuso de poder sufren secuelas emocionales, que con frecuencia tienen que ocultar por miedo a perder su puesto de trabajo, por ver dañada su reputación e incluso por ver afectada su vida privada. Por ello, la carga emocional es, quizá, más difícil de llevar que el propio acoso.  

¿Qué es el acoso sexual?  

De acuerdo a ONU Mujeres, el acoso sexual es una forma de violencia que se manifiesta tanto sin contacto físico, como comentarios sexuales sobre partes del cuerpo o la apariencia de una persona, silbidos, peticiones de favores sexuales, miradas sexualmente sugerentes, acecho, y la exposición de los órganos sexuales de una persona a otra. También incluye formas de contacto físico, como los tocamientos, los pellizcos, las palmadas o rozarse contra otra persona de manera sexual. 

Asimismo, en algunos países se encuentra tipificado el acoso como una forma de violencia en ambientes laborales o aquellas instituciones estructuradas mediante alguna clase de jerarquía, en la que existe un ejercicio de abuso del poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos. 

Este puede presentarse en el sitio de trabajo, la escuela, la iglesia, u otras áreas donde haya una subordinación o dependencia de parte de la víctima. Puede ser del jefe a las empleadas, los maestros a las alumnas, el sacerdote a las feligresas.  

Y es precisamente por el carácter de subordinación que la víctima tiene una mayor carga, ya que su posición (laboral, académica o social) pueden verse afectadas si se realiza alguna clase de denuncia.  

El silencio 

El silencio de las víctimas de acosos es una de las más grandes cargas con las que debe lidiar. Por más que los medios de comunicación, los compañeros o la familia motiven a la denuncia, las víctimas sufren temor de hacerlo.  

Este miedo no sólo es por la posible pérdida del empleo, o por suspender alguna materia —si se trata del entorno escolar—, en estos casos las personas que han sufrido acoso suelen ser revictimizadas, cuestionadas en su conducta y su moralidad, y su “versión” de la historia se enfrenta a la desacreditación del victimario o sus cómplices.  

Así que al acoso se suma el miedo y la angustia, por todo lo que la víctima considera que está en juego y ello le lleva a “aguantar” a su victimario y, muy probablemente, la repetición de los actos abusivos.  

1. La culpa  

Con frecuencia la víctima vive culpabilizada por un ambiente que tolera al acosador y cuestiona a la víctima. Se responsabiliza a la mujer por provocar al hombre, ya sea por la forma en la que viste, camina o por su figura. 

Esta es también una causa por la que la víctima se silencia y se resigna a la situación; fortaleciendo a su agresor. Mientras que ella vive cada vez con mayor frustración, enojo y, a la vez, miedo. 

2. Miedo 

Por supuesto el miedo es la secuela emocional más evidente en las víctimas de acoso sexual. En primer lugar, la víctima vive el miedo de la que la violencia de su acosador escale a niveles aún más fatídicos. Igualmente, se teme que exista represalias del acosador y/o de sus cómplices si se presenta una queja.  

Ante la posible denuncia se teme que la vida personal pase al escrutinio público. La víctima se convierte en la “acusada” y su forma de vestir, estilo de vida, y su vida privada, son a menudo juzgados y atacados. 

Ver afectada su carrera profesional, un posible despido o pérdida de referencias laborales son otros de los miedos que sufre la víctima de acoso sexual. De igual modo, la incertidumbre sobre la vida laboral es mayor en caso de acoso sexual. 

3. Pérdida de la autoestima 

El acoso afecta la autoestima de la víctima. La culpa, la vergüenza y el miedo terminan afectando a las víctimas: su autoestima se ve minada y han un sentimiento de inseguridad constante.  

4. Sentimiento de indefensión 

Además, cuando la víctima se ve imposibilitada para denunciar o para tomar acciones para frenar el acoso, su sentimiento de vulnerabilidad le va llevando también a un sentimiento de indefensión. Cada vez se siente más desamparado ante su agresor. 

Como consecuencia, también veremos que este sentimiento provoca bajo rendimiento laboral y abstencionismo. La víctima falta al trabajo para evadir el acoso, las horas que pasan en el trabajo dejan de ser productivas, llegando —muchas veces— a perder el puesto de trabajo.  

5. Trastornos del sueño 

El miedo y la preocupación de la víctima puede llegar a experimentar trastornos del sueño: insomnio o hipersomnio (dormir demás, esto vinculado con una posible depresión), sufre de pesadillas… 

La falta de descanso puede llevar también a secuelas como el cansancio extremo, agotamiento, dolores de cabeza, ganancia de peso o pérdida de peso, entre otros signos. 

6. Estrés, ansiedad y depresión 

Si el acoso no se detiene a tiempo la víctima puede llegar a vivir estrés crónico, ansiedad y depresión. Un cuadro que requiere de atención profesional ya que puede experimentar desde ataques de pánico hasta pensamientos suicidas. 

7. Desconfianza  

El acoso sexual suele interferir negativamente en las relaciones sociales y familiares de la víctima, incluso de pareja, por la desconfianza que se crea. 

8. Trastorno de Estrés Postraumático 

Asimismo, la violencia experimentada a estos niveles puede llevar a la víctima a desarrollar trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas a presentar pueden ser:  

  • Pesadillas en las que se reviven los sucesos. 
  • Flashback y recuerdos recurrentes. 
  • Evitan situaciones que le recuerden el acoso: llegando a tener que dejar de trabajar definitivamente.  
  • Sentimientos de vulnerabilidad y miedo ante otras situaciones no relacionadas.  
  • Sensación de estar atrapada en una situación sin salida ni escapatoria… 

¿Qué se puede hacer en caso de acoso?  

Lo primero que debe hacer es entender que la persona acosada no ha hecho nada para merecer ese trato, que es víctima de una situación injusta. Es importante, aunque sea difícil, tratar de mantener la calma, ser firme en su negativa, denunciar y pedir ayuda profesional especializada. 

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