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Existen miedos que se ocultan detrás del miedo al amor y que nos impiden vivir una experiencia satisfactoria a nivel romántico.

Tras el divorcio Pablo lo perdió todo, al menos eso creía él. Perdió el amor de esa mujer que le rompiera mil veces el corazón, perdió su casa y su sillón favorito, la mitad de sus ahorros… ¡hasta el perro que se quedó con ella! Y, por supuesto, Pablo también perdió la posibilidad de volver a amar.

Un par de años luego de haber firmado el divorcio, nuestro protagonista conoció a Laura, una chica simpática, inteligente y que vivía sin muchas complicaciones. Parecía tener cualidades que, en otros tiempos, Pablo habría podido valorar y disfrutar en su compañía, pero que luego del divorcio sólo lo hizo rechazarla con muy poca cortesía para luego alejarse de ella.

Laura se sintió consternada por el comportamiento de Pablo, ella había creído que había una atracción entre ambos y que tenían cosas en común; consideró la posibilidad de entablar una relación con él. Y aunque al principio Pablo parecía amable y dispuesto a convivir más estrechamente con ella, un día no la buscó más y se alejó; siendo muy poco cortés cuando ella trataba de cuestionar su comportamiento o llamarlo para conversar. La cosa terminó ahí, nunca más se volvieron a ver. 

Y como con Laura, Pablo también se alejó bruscamente de otras tantas mujeres que podrían haber sido excelentes parejas románticas, pero a las que nunca dio una oportunidad.

Pasaron los años y él se dio cuenta que estaba completamente solo, que luego de su divorcio no tenía con quien compartir la vida. Se preguntó qué había pasado con él, pues cuando era joven nunca había rechazado la posibilidad de, incluso, vivir un gran romance con una mujer. ¿Era que ahora las odiaba a todas? ¿O en realidad lo que le había pasado era un miedo incontenible al amor?

Vino a psicoterapia y esto fue lo que descubrió: Pablo había sufrido “filofobia”; es decir, tenía miedo al amor. Y detrás de este miedo, el temor real de nuestro protagonista era el de volver a sufrir una pérdida tan grande como la que sintió al ser abandonado por su ex esposa. 

La filofobia está relacionada con los trastornos de ansiedad, cuyo origen se cree que está relacionado con relaciones amorosas pasadas que han dejado dolorosa huella en las personas. Estas relaciones amorosas no sólo tienen que ver con la pareja o el romance sino también con los vínculos traumáticos que pudieron experimentarse con los padres. Así que un primer signo de la filofobia de Pablo era su traumático divorcio tras el cual sintió haberlo perdido todo.

Esta fobia al amor también se puede generar tras haber pasado demasiado tiempo soltero o solo, semi aislado. La pueden padecer quienes tienen miedo de experimentar una situación nueva que le ponga a prueba e irrumpa en su estilo de vida, al que se han acostumbrado tanto.

SÍNTOMAS DE LA FILOFOBIA

  • Quienes tienen miedo al amor, tanto a ser amados como a enamorarse se bloquean frente a la situación, no saben cómo responder y tienden a huir.
  • Su miedo incontrolable les impide si quiera darse la oportunidad de iniciar una relación, a las primeras señales de un posible romance harán todo lo posible por alejar a la potencial pareja o alejarse de ella.
  • Se mostrarán irritables, ariscos, incluso groseros con la persona que al inicio les parecía atractiva y con quien comenzaban a estrechar algún tipo de vínculo amistoso.
  • Ante la posibilidad de entablar una relación comienza a manifestar ataques de pánico, con somatización de signos como sudoración, palpitaciones aceleradas, náuseas, mareos, etc.

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL MIEDO AL AMOR? 

Realmente, si lo analizamos, detrás del miedo al amor hay otros temores que lo fundamentan.

  1. Miedo al abandono. Este miedo está fundamentado en la idea: “Si amo a alguien, seguro me abandonará. Es mejor no amar”. Las experiencias pasadas de separación han enseñado a que tarde o temprano la pareja se irá, y para evitar ese dolor también se evade el enamorarse y formar una pareja.

  2. Miedo a no cubrir las expectativas de la pareja. Pensar que los otros van a esperar mucho de uno y que uno mismo no podrá satisfacer esas expectativas atemoriza y nos lleva a evadir la relación. Hay la creencia de al no cumplir esas expectativas la pareja tenderá a irse, para lo que será mejor ni siquiera comenzar.

  3. Miedo a intimar. Cuando se gesta una relación amorosa, la pareja desea saber más del otro, conocer los detalles de su vida, sus gustos e incluso sus defectos comienzan a revelarse; que el otro conozca tanto de uno nos hace sentir vulnerables y puede ser aterrador.

  4. Miedo a sentirse decepcionado. Conocer demasiado al otro en la pareja puede llevarnos a desvelar la ilusión inicial con la que nos vinculamos y hacernos ver a la persona tal como es, ello puede decepcionarnos y romper “el hechizo” que nos enamoró.

  5. Miedo al control. Al entregarnos a la relación nos atemoriza considerar que la pareja deseará controlarnos y alejarnos de nuestra vida para sólo vivir una existencia en pareja, cumpliendo sus deseos y necesidades. Hay un miedo a verse limitado por el otro.

  6.  Miedo a perderte. Existe un temor de que la vida en pareja es renunciar a sí mismos, a la familia, a los amigos; perder la individualidad para ser sólo pareja.

Muchos de estos temores se gestan en una autoestima débil, que fue lastimada y arruinada por las relaciones previas o en la infancia. El trabajar con ella será una forma de ir desentramando el miedo al amor para un día gozar de esta extraordinaria experiencia que todo lo transforma.

Si crees que tienes miedo al amor y éste te parece insuperable, consulta a un profesional que te guíe a descubrir el trasfondo de tu miedo para poderlo resolver.

 

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

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Conocer quién eres y como funcionas, te abre a una riqueza inimaginable para mantener tu mente, tus emociones y tus actos en congruencia, en un estado de salud continuo tanto emocional, físico y psicológico. Te convierte en una mejor versión de ti mismo y es ahí que radica tu fuerza vital.

 

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Es importante comprender que vivimos en el sótano lúgubre de una maravillosa y resplandeciente mansión. A la cual pocas veces, o tal vez nunca, hemos podido conocer sus jardines y sus extraordinarias habitaciones. Para tener acceso permanente a toda nuestra mansión, es primordial conocer nuestra ubicación y la existencia de nuestras capacidades.

 

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