Estos 5 Motivos por lo que los hijos no dejan la casa paterna tienen que ver con procesos emocionales no resueltos.
Al llegar a la adolescencia existe una urgencia por deslindarse de la tutela paternal. Los adolescentes tienden a separarse de ellos para definir sus propios gustos, sus propias decisiones y, en general, su propia personalidad, distante a la de sus progenitores.
La independencia suele ser la meta de casi todos nosotros, y en el camino dejar la casa paterna se torna un ideal de libertad y autonomía. A veces también, son los padres quienes alientan la marcha de sus hijos hacia otros espacios: la universidad, el matrimonio, su propia casa.
Sin embargo, por diversos motivos, no es una cuestión fácil romper con la dinámica familiar que nos mantiene en casa de los padres. Más allá de las razones económicas que suelen frenar la decisión de los hijos para dejar la casa paterna, los lazos afectivos, el apego y la dependencia emocional dificultan “volar del nido”
Volar del nido
Anteriormente se contaba con rituales de iniciación que definían la mayoría de edad de los jóvenes, o al menos el momento de tomar mayores responsabilidades. Hoy, a nivel psicológico, no existen estos rituales para establecer cuándo un joven se hace adulto y está habilitado para marcharse de casa.
La capacidad para volar del nido depende de diversos factores. Uno de ellos, he dicho, es el económico. Que el futuro adulto tenga los recursos financieros para una existencia digna fuera de casa es algo que preocupa tanto a los padres como a los propios jóvenes. Sin embargo, es la limitante más fácil de resolver. Un buen plan de ahorro le permitirá al joven salir adelante.
Pero también hay otra capacidad que se debe tomar en cuenta: la de subsistencia emocional. Hay que asegurarse que el individuo está capacitado para tener y mantener su salud física y emocional fuera de casa.
Sólo cuando se hayan resueltos estas condiciones que dificultan una vida emocional saludable podremos decir que los hijos están listos para dejar la casa.
5 Motivos por lo que los hijos no dejan la casa paterna
Para enfrentar la situación, te daré algunos casos en que los hijos deben ser conscientes, tanto como los padres, de que no es un buen momento para volar del nido y dejan la casa paterna.
1. Dependencia emocional
Cuando el individuo necesita una constante aprobación o desaprobación de sus conductas debido a que el tránsito por la adolescencia se vio marcado por una carga excesiva de tensión con los padres en varios niveles. En estos casos suele ser que padres e hijos generan codependencia.
Altos estándares de exigencia, perfeccionismo, sobreprotección o crítica constante, impiden el desarrollo pleno del menor. Le generan una carga importante de inseguridades, merman su autoconcepto y su autoestima. Igualmente dificultan sus habilidades de socialización e impiden hacerse de herramientas para enfrentar la vida.
Suelen generarse también estados ansiosos y miedos diversos. Un padre o madre puede fomentar este vínculo poco saludable con su hijo desde una edad temprana, utilizando un comportamiento pasivo-agresivo, sin admitir nunca cuando se equivoca.
2. Baja autoestima
Los extremos en la crianza pueden desatar inseguridades en las personas. Padres que no pusieron atención en los hijos y no promovieron una imagen personal positiva, pueden enfrentarse con jóvenes de baja autoestima.
También puede suceder en caso de personas que vivieron la sobreprotección, donde los padres impedían correr riesgos, debido a sus propios miedos. La sobreprotección, al contrario de permitir un desarrollo saludable, limita las habilidades de la persona.
Ésta no logrará confiar en su potencial emocional para lograr sobrellevar su autosoporte, ello a causa de que no se conoce bien, no sabe de sus propias capacidades y el temor le impide concebir un plan que le permita sostener una vida independiente.
3. Miedo al fracaso
La idea de dejar la casa paterna enfrenta a las personas a un caudal de incertidumbres. El futuro también puede estar signado por el fracaso, y tras éste la necesidad de volver al hogar, lo que implicaría culpa, frustración y vergüenza.
Asimismo, el temor a fracasar luego de volar del nido está asentado en las expectativas que se ponen sobre la vida independiente, la libertad que se experimentará, pero también de aquello en el que los padres ya no podrán apoyar. Desde arreglar las instalaciones de luz hasta una posible crisis financiera o de salud, ¿qué pasaría si mis padres no están?
El miedo al fracaso también es reflejo de baja autoestima, de perfeccionismo y de excesiva autocrítica.
4. Sentimiento de culpa
En algunas ocasiones, los apegos aún son tales que dificulta la separación de los hijos al salir de casa. Sin embargo, también hay un sentimiento de culpa que se genera por la sensación de “abandonar” a los padres. Esto puede suceder especialmente si la familia es monoparental y no hay hermanos.
Dejar la casa suele generar la idea de indiferencia hacia los padres, como si se les estuviera dejando a su suerte. Pero el hijo genera esta idea porque los padres se han volcado en la protección de los hijos y no han demostrado que pueden tener una vida propia sin ellos.
5. Miedo a las responsabilidades
Cuando los niños han sido cobijados de tal manera por los padres, y a lo largo de su crecimiento no se les han otorgado responsabilidades, por supuesto el joven tendrá miedo de dejar la casa paterna por temor afrontar las responsabilidades que ello implica.
Detrás de este miedo también subyacen el miedo a cometer errores, el temor a no “estar a la altura” de las circunstancias y no se capaces de responder adecuadamente a ellas. Así también está el miedo a perder el control o ser juzgados.
Trabajar los temores de dejar la casa paterna
En todos estos casos, las condiciones que impiden al joven a dejar la casa paterna tienen un trasfondo más profundo que debe trabajarse desde el ámbito de la salud emocional. Las personas no podrán tener autonomía, aun cuando se encuentren en otros espacios, si no afrontan sus temores y su dependencia emocional.
Asimismo, volar del nido, dejar la casa paterna, debe ser una decisión segura, confiada y para la que cuenten con herramientas suficientes para esa subsistencia emocional básica que todos merecemos. El proceso deberá comenzar con reconocer la condición en la que se vive, expresar todo aquello que se siente y trabajarlo paulatinamente.
Si los padres quieren que los hijos, no sólo dejen la casa paterna, sino que sean libres e independientes fuera o dentro del hogar, deberán trabajar con estos temas desde la infancia e involucrarse en una crianza positiva que fortalezca los vínculos a través del amor, la confianza, el respeto y la auto seguridad.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA