Deja de creer en estos 5 falsos mitos sobre las emociones y comienza a vivir
Quién iba a decir que existen mitos respecto a algo que todo sentimos y que, en cierta forma, es de orden natural. Pero efectivamente existen estos mitos sobre las emociones.
Consideremos que un mito, bajo estas condiciones, tiene que ver con historias imaginarias que alteran las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa o situación y les dan un valor alejado de la realidad. Generalmente, esta clase de mitos nacen del desconocimiento y el miedo.
Falsos mitos sobre las emociones
Aunque todos experimentamos emociones como una respuesta que parte de nuestra naturaleza humana no todos estamos dispuestos a aceptarlas y por ello se han tejido mitos alrededor de ellas.
Las emociones son reacciones al entorno que tienen un aspecto fisiológico (sensaciones y alteraciones corporales), otro aspecto cognitivo y otro subjetivo o psicológico. Estas reacciones todos las experimentamos y son: alegría, tristeza, miedo, ira, así como su compleja combinación y matices.
Estos falsos mitos sobre las emociones, no obstante, nos impiden tener una buena gestión de lo que sentimos y pueden generar múltiples problemas de índole personal y social.
1. Emociones positivas y emociones negativas
Una de las creencias más arraigadas es que existen emociones positivas (alegría) y otras tantas negativas (ira, miedo, tristeza). Se cree que por ello hay emociones que uno no debería sentir o, en todo caso, reprimir.
Nada más falso como esto. Las emociones existen por una razón, son una alerta de algo que está sucediendo a nuestro alrededor, a lo que cuerpo y mente reaccionan. El fin último es de nuestras emociones es nuestra supervivencia.
Todas las emociones son normales. Algunas son agradables y otras desagradables, unas se disfrutan y otras son algo molestas, pero ninguna es mejor o peor.
2. Si reprimo mis emociones estaré bien
Muchos preferiríamos no experimentar emociones incómodas o dolorosas, pero en la realidad no podemos elegir sentir unas y dejar de sentir otras. La vida viene con el paquete completo de emociones agradables y desagradables.
Sin embargo, algunas personas consideran que ocultar o reprimir las emociones es una buena manera de “no sentirlas”. Pero lo único que sucederá es que tarde o temprano las emociones aflorarán y quizá con un efecto acumulado que nos lleve a “explotar”.
Reprimir las emociones puede generar estados mentales alterados de diversa índole, incluso a niveles graves como la depresión o el trastorno bipolar.
Lo ideal es hacernos de recursos que nos ayuden a gestionar de manera adecuada aquello que sentimos, al igual que consultar a un profesional que nos guíe en el proceso.
3. Mostrar emociones es debilidad
Por siglos se ha considerado al ser humano como un ser pensante dominado por la razón, pero ello ha inclinado la balanza de forma que se menosprecie la importancia del mundo emocional. Los hombres consideraban que las mujeres podían expresar sus emociones a falta de acceso a procesos más racionales (como la educación y la ciencia, por ejemplo).
De esta forma, se consideró que el mundo emocional era exclusivamente para las mujeres, “el sexo débil” y así se fue suponiendo que las emociones eran para los débiles. Mostrar lo que sentimos, creemos, nos hace vulnerables.
Pero la realidad nuestra fuerza está en nuestra vulnerabilidad. En la capacidad de mostrarnos tal como somos y sí aceptarnos. Dime, por ejemplo, si confiarías en una persona que no exprese lo que siente…
4. Venimos a ser felices
Ya en otras ocasiones he hablado sobre la felicidad tóxica. Parece que hoy en día hay un imperativo social que dice que sólo la felicidad es válida, es buena y es correcta. Que, en todo momento, no importa lo duro y doloroso que sea debemos ser positivos, sacar fuerza de flaqueza y ser felices.
Este es un mito tendencioso para significar falsamente que la felicidad es la única emoción que vale. Y aunque la alegría sea agradable y nos guste sentirla no es posible estar feliz todo el tiempo. Aunque las otras emociones no sean agradables, ya he dicho que son necesarias porque nos ayudan a valor lo que tenemos. Imagina que muere el perro y tú no le das valor y optas por no sentir nada.
Las emociones como el miedo, la tristeza o la rabia, sirven para conectar con nosotros mismos, reflexionar, valorar lo que tenemos, ser precavidos y poner límites.
5. Las emociones se van si las razonamos
Emociones y razón son dos mundos paralelos que no deben anularse mutuamente. ¿Te has imaginado razonando tu felicidad? Quizá porque no tienes la intención de que esta “se vaya”. ¿Por qué desearíamos que las demás emociones se fueran razonándolas?
Lo que realmente debemos hacer es aprender a gestionar lo que sentimos emocionalmente.
Gestionar las emociones de manera inteligente significa canalizarlas para mantener el equilibrio y la armonía. Gracias a ello, logramos ser una fuerza positiva para nosotros mismos y para todos los que nos rodean y evitamos que nuestro mundo emocional nos quite energía vital.
¿Cómo gestionar mejor las emociones?
Dejemos de creer todos estos mitos falsos sobre las emociones y mejor aprendamos a gestionarlas de una manera sana. Para ello te dejo aquí algunos tips básicos:
- Acepta lo que sientes.
- Pon un nombre a tus emociones.
- Identifica qué ha detonado tu emoción.
- Analiza cómo sueles reaccionar a esta emoción.
- Considera si tu reacción te hace bien o no.
- Prueba identificar otras formas de reaccionar a esa emoción incómoda.
- Habla de tus emociones y compártelas.
- Busca herramientas para expresar tus emociones.
- Evita ocultar lo que sientes.
Si tus emociones te desbordan o te rebasan, acude a un profesional para que te ayude en el proceso.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA