Estas 5 falsas creencias sobre los límites nos impiden ejercer prácticas de autocuidado y relaciones saludables.
Aprender a establecer límites suele ser un conflicto, pues en torno a ello hay falsas creencias que debemos desaprender. Vemos los límites como algo negativo, que separa o pone distancia entre las personas.
Especialmente asumimos esta idea porque quienes los otros, sobre quienes recaen esos límites, los tachan de egoísmo y agresivo; por supuesto muchas veces es así porque se benefician de que no pongamos un atlo. Cuando lo hacemos ya no les es conveniente nuestra actitud.
Igualmente, en el entorno familiar hay que “aguantarlo todo”, hay que decir siempre que sí, que siempre hay que estar ahí para la familia. Será quizá este contexto donde más nos cueste ser asertivos para detener acciones que no toleramos y superan nuestros márgenes.
No obstante, establecer límites se trata de tener el valor de amarnos a nosotros mismos, incluso cuando corremos el riesgo de decepcionar a otros. Pues se ponen por respeto a uno mismo, no para ofender a los demás.
¿Qué son los límites?
Son esa línea donde una persona termina y la otra comienza. Son las reglas que cada uno de nosotros idealmente comunicamos a otras personas, según la forma cómo deseamos ser tratados. Estas líneas no deben ser cruzadas ni las reglas violadas.
Podemos tener límites en todas las áreas de nuestra vida como en lo emocional, basados en los valores y creencias, físicos, sexuales, y/o en situaciones económicas.
Falsas creencias sobre los límites
Los límites definen una forma de relacionarse con los demás de forma saludable y equilibrada, sin existir descompensación y desigualdad en cuanto a lo que cada uno aporta a la relación. Al respecto, vamos despejando algunas falsas creencias sobre ellos:
1. Lo que sí y lo que no
No solo tratan sobre las cosas que no quieres sino también de las que sí quieres. Significa hacer saber a las personas qué necesitamos y qué queremos. Cuando tenemos límites fuertes, bien establecidos y las personas a nuestro alrededor respetan esas reglas personales y deseos, sentimos que podemos vivir nuestras vidas al máximo.
En realidad, nos ayudan a definir dónde termino yo y dónde empiezan los demás. Por ende, nos ayudan a entendernos mejor, nuestras necesidades, nuestras heridas, cómo nos sentimos vistos, escuchados y amados.
2. Dilos con asertividad
Quizá poner límites parecería violento y agresivo, generalmente porque pone un alto contundente al otro, pero se puede ser amable y empática, al tiempo que se establece aquello que no vamos a tolerar o lo que deseamos que el otro acate, con respecto a nosotros.
La asertividad es la clave en este punto. Cuando somos asertivos sabemos comunicar nuestros deseos o tener conversaciones delicadas y complicadas.
Esta te ahorrará darle vueltas a todo después de haberte callado algo que pudiste haber dicho. Todos esos pensamientos que te vienen asociados con el remordimiento de no haber podido decir lo que pensabas.
Esta serie de emociones desagradables te las ahorrará trabajar en tu asertividad, ya que al mínimo problema o inconveniente que veas serás hábil para abordar la situación sin titubear o achantarte.
3. No son barreras
Los límites no están hechos para mantener distantes a las personas, sino para mostrarles cómo acercarse mejor.
En pocas palabras, los límites pueden ayudarnos a amar y ser amados mejor. Y claro, a mantener a distancia a aquellas personas que no están dispuestas a escuchar o respetar lo que queremos y no queremos.
4. Son para todos, no solo de pareja
Edward T. Hall y Robert Sommer, pioneros en el estudio del espacio personal, aseguran que esos límites donde se contiene una persona, un lugar donde nos sentimos mental, física y emocionalmente protegidos, un refugio donde nadie nos pueda agredir con sus comentarios o comportamientos.
Cuando tenemos límites fuertes, bien establecidos y las personas a nuestro alrededor respetan esas reglas personales y deseos, sentimos que podemos vivir de manera más auténtica.
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5. También son tuyos
No son algo que se tiene solo con otras personas también es necesario establecernos a nosotros mismos límites.
Los límites crean seguridad física y emocional al alejarnos de situaciones o personas que nos hacen daño. Nos ayudan a saber cuándo decir sí o no. Establecer límites nos ayuda, por tanto, a poner nuestros valores como prioridad y a identificar nuestras emociones y necesidades.
Los límites personales son los límites y las reglas que nos imponemos en las relaciones. Una persona con límites sanos puede decir “no” a los demás cuando quiere, pero también se siente cómoda con la intimidad y las relaciones cercanas.
En definitiva, aprender a poner límites a los demás nos permite fortalecer y crear aspectos relacionados con el bienestar personal.
🌐 JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA