Te explico 4 Elementos que forman tu patrimonio psicológico, entendida como una riqueza interior que te permite desarrollarte plenamente.
Un pilar esencial de nuestra salud emocional es contar con un patrimonio psicológico positivo; una cierta riqueza que atesoramos en nosotros pero que, como cualquiera otra, también puede perderse. Hoy te invito a explorar el tema e identificar cuál es tu patrimonio interior.
Con frecuencia entendemos el concepto de patrimonio en términos económicos, vinculado a los bienes y deberes materiales que se poseen, pensados en activos y pasivos (riqueza y deuda). En otros casos también se considera el llamado patrimonio cultural que, según la UNESCO, es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, mantenida hasta la actualidad y transmitida por generaciones.
¿Qué es el patrimonio psicológico?
Sin embargo, el patrimonio psicológico o emocional es algo de lo que no se habla, quizá porque no se puede tasar ni es tangible, además porque es una cuestión individual, pero de suma importancia para nuestro desarrollo.
De acuerdo con el psiquiatra granadino Enrique Rojas, el patrimonio psicológico es un pilar de la autoestima y ésta de nuestro bienestar emocional. Este patrimonio involucra la conformación de un estilo personal de ser, integrado por pensamientos, inteligencia, conciencia, fuerza de voluntad, lenguaje verbal y no verbal, la interpretación de la vida, etc. Todo ello enfocado a una percepción positiva de nuestra persona.
La forma en que una persona responde a la realidad, está determinada por equilibrio mental, bajo un marco de adaptabilidad e integración social; que es posible gracias al uso de recursos mentales apropiados para adaptarse a las diferentes condiciones personales como el autocuidado y la autoaceptación en determinadas circunstancias y exigencias familiares, educativas, laborales y comunitarias. Esos recursos son el patrimonio psicológico.
Capital Emocional
Desde la perspectiva económica el capital es toda riqueza material que puede invertirse para obtener más riqueza o capital. En términos psicológicos, habremos también de concentrar una “riqueza” emocional como parte de nuestro patrimonio interior; es decir, una serie de experiencias emocionales satisfactorias que nos han dejado crecimiento y resiliencia.
La inteligencia emocional es parte fundamental de este capital.
Este capital está asentado en nuestras emociones, particularmente en la forma apropiada en que las gestionamos. Depende de nuestra capacidad de identificar lo que sentimos, entenderlo y resolverlo adecuadamente; se trata de la forma en que nos autorregulamos para poder generar el mejor estado posible para interactuar con los demás y establecer vínculos sanos. En pocas palabras, la inteligencia emocional es una de las riquezas de nuestro patrimonio psicológico.
La falta de inteligencia emocional causa mermas en nuestro desarrollo personal, digamos que es un pasivo (deuda) que tenemos con nosotros mismos y que, con frecuencia, es causa de muchos de nuestros conflictos. No saber resolver adecuadamente lo que sentimos es origen del malestar psicológico que nos suele abrumar: rencor, amargura, miedos, ansiedad, depresión… son las consecuencias.
Creencias inconscientes
Creencias e ideas que tenemos, tanto de nosotros mismos, del mundo que nos rodea, así como de los demás son parte fundamental de nuestro patrimonio psicológico. Existen creencias inconscientes que modifican nuestros procesos emocionales y afectan positiva o negativamente nuestro bienestar.
Las creencias inconscientes son un conjunto de pensamientos y sentimientos sobre cómo somos nosotros mismos y sobre cómo son los demás, lo que nos sitúan de un modo concreto en el mundo.
Estas ideas actúan como si fueran un mapa que seguimos para saber hacia dónde movernos. Se activan ante situaciones de nuestra vida cotidiana o ante decisiones importantes que hemos de tomar, influyendo por lo tanto en la forma y las circunstancias en que vivimos nuestra vida. Estas creencias conforman una gran parte de lo que podríamos llamar nuestra realidad interna.
Las creencias emocionales te enriquecen cuando actúan a tu favor, cuando incrementan bienestar. Son todas esas ideas positivas que se tienen de uno mismo y que nos motivan, que fortalecen nuestra autoestima, que nos hacen ser asertivos y certeros en nuestras decisiones tanto como en nuestras relaciones.
Pero también hay creencias limitantes que tienen el efecto contrario, sólo te generan incertidumbre, sentimientos de insuficiencia, de no merecer, etc. Esas ideas arruinan tu patrimonio psicológico.
Hábitos Emocionales
Aunque no siempre son enriquecedores, solemos tener en nuestro patrimonio psicológico ciertos hábitos para sentir y vivir las emociones.
Los hábitos emocionales son comportamientos que hemos acumulado por repetición, generalmente porque tomamos ejemplos inconscientes de nuestra familia o de la cultura en la que crecemos respecto a la forma en que sentimos y reaccionamos ante determinadas situaciones o actitudes.
Cuando se adquiere un hábito emociona solemos responder de la misma manera a hechos y situaciones iguales. Frente al enojo, por ejemplo, solemos gritar, golpear o explotar en insultos; o bien podemos aislarnos, silenciar el enojo y acumular rencor.
Como en otros aspectos aquí citados, los hábitos emocionales son tanto negativos como positivos, la ventaja es que, al ser comportamientos, podemos cambiarlos y revertir sus efectos.
Habilidades Emocionales
Una habilidad emocional es la capacidad de sentarse con nuestras emociones y procesarlas de forma lógica. Ser capaz de manejarlas. Saber dar un paso atrás mentalmente y observar nuestras emociones y el papel que pueden jugar en futuras acciones. Detenerse y considerar si lo que sentimos es racional o no, si servirá para algo o empeorará una situación determinada.
Estas habilidades se relacionan con la madurez emocional ya que un adulto debe ser capaz de razonar y no actuar de forma precipitada.
Así, estos son algunos elementos que forman tu patrimonio psicológico y te permiten llevar una vida emocional mucho más saludable; sin embargo, este patrimonio también puede perderse si no lo administramos adecuadamente. Debemos invertir en acrecentar nuestro capital emocional a través de la conciencia y el trabajo continuo, ya sea a través de la lectura, la reflexión, cursos, etc. O bien a través de la psicoterapia.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA