10 Decisiones por las que no debes sentir culpa y así recuperar tu libertad e independencia.
La cultura judeocristiana es un poco culpógena. La culpa es una reacción reprobatoria ante algo que se considera erróneo y la sociedad aún hoy tiene gran tendencia a señalarnos esos errores, y adjudicarnos una carga que, con frecuencia, ni siquiera es nuestra responsabilidad.
Vivimos culpándonos hasta de acciones de tan poco peso, pero a la vez tan significativas para nuestra conciencia por la imposición ajena. Sin embargo, hay muchas cosas de las que no deberíamos sentirnos culpables.
Hablemos de la culpa
El sentimiento de culpa es esa sensación interna permanente de haber hecho algo malo, de ser mala persona, de hacer daño a los demás, de haber infringido alguna ley, principio ético o norma, tanto en situaciones reales como imaginarias, produciendo un malestar continuado.
Como observamos, la culpa tiene que ver con la interacción que tenemos con los demás, por lo que no deberíamos sentirla cuando se trata de decidir sobre uno mismo. Sin embargo, esas decisiones suelen considerarse egoístas, especialmente si no acatan las expectativas ajenas.
¿Real o imaginaria?
Aunque la culpa real es parte de nuestra conciencia que nos indica aquello que hemo hecho mal, y nos impulsará a la contrición o reparar el daño. Pero existe otra culpa que es la imaginaria, la cual puede ser muy abrumadora.
Una culpa imaginaria se enfoca en recriminarnos internamente hechos de los cuales no somos responsables o bien, sus consecuencias objetivamente no dañan a nadie.
Este tipo de culpa nos priva de la tranquilidad y la felicidad. Generalmente se fundamenta en baja autoestima, infancias con educación muy rígida, dependencia emocional, perfeccionismo o una enorme necesidad de aprobación y validación social.
La culpa puede ser normal y es solo un indicador de una enfermedad subyacente cuando los sentimientos se vuelven excesivos, ocurren en todo momento e interfieren con la vida cotidiana.
10 Decisiones por las que no debes sentirte culpable
A veces no tomamos ciertas decisiones que nos favorezcan o nos llevan a cumplir algunos deseos, pues se podrían considerar egoístas o erróneas, según las expectativas sociales. No obstante, cuando las tomamos, un remordimiento se cuela en nuestro interior y no nos deja en paz.
Por ello te comparto estas decisiones por las que no debes sentirte culpable, pues no dañan a nadie y te brindan bienestar y mejoran tu calidad de vida. Además, esto te ayudará a cuidar de tu salud mental…
NO SIENTAS CULPA POR:
- Negarte a asumir tareas de las que no eres capaz o no te corresponden. Aceptarlas sólo te trae estrés y desgaste físico o emocional.
- Decir honesta y asertivamente NO a una invitación, a una propuesta, a un proyecto o petición. Cuando dices no con claridad y respetando la posición de los demás, estás poniendo tus límites y eso es autorrespeto.
- Arrepentirte en cualquier momento debe dejar de ser motivo de culpa. Si por alguna causa dijiste que sí, pero ahora quieres decir no, en cualquier momento, tienes derecho a arrepentirte y a cancelar esos acuerdos, siempre que lo hagas respetando a los demás, así como su tiempo y sentimientos.
- Dejar de lado a personas que no te hacen bien. Concluir amistades o relaciones que sólo te hacen sufrir, es lo mejor que puedes hacer para ser feliz.
- Renunciar. Sí, renunciar a tareas, trabajos o actividades que no nos dan satisfacción no debe hacernos sentir culpables. Cargar con estas actividades sólo por un deber autoimpuesto solo nos hace desdichados y puede amargarnos. ¡Déjalo sin culpas si ya no te hace feliz!
- Comer lo que te gusta. La industria de las dietas y la gordofobia han polarizado nuestros pensamientos entre alimentos buenos y malos. Estos se han convertido casi en una tentación satánica, por lo que caer en ella nos ocasiona muchísima culpa. Comer no es un premio, es una necesidad. Elegir lo saludable el 80% del tiempo y el 20% restante no hacerlo es una buena ecuación.
- Tomarte un descanso. La cultura de la productividad que nos quiere trabajando 24/7 nos está quemando (burnout), pero el descanso no es un lujo sino una necesidad. Los estudios nos dicen que no descansar nos hace justamente menos productivos y, además, daña severamente nuestra salud física, cognitiva y mental.
- Cuidar de ti. Especialmente las mujeres están socialmente obligadas a ser cuidadoras y a ellas se les exige veladamente sacrificar sus necesidades en favor de los demás (hijos, padres, marido, trabajo). Altos índices de diagnósticos tardíos en las mujeres ponen en evidencia que por cuidar a los demás se descuidan ellas. Pero el autocuidado es la base de todo bienestar e incluso es la base para el cuidado de los demás.
- Expresar tus opiniones. Sí, todavía hay grupos sociales en los que expresar lo que uno piensa se ve como grosero, egoísta y falto de modales, particularmente si nuestras opiniones contradicen el consenso colectivo.
- Poner límites a los demás en tu vida. Nadie tiene por qué abusar de ti, poner límites es bueno para tener relaciones sanas con los demás y contigo misma.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA
